jueves, 31 de mayo de 2012

LA VIVIENDA EN THARSIS Y LA DENUNCIA DE “EL SOCIALISTA”. 1ª Parte



Escribir sobre la problemática de las viviendas que para los obreros de Tharsis habían dispuestos las distintas Compañías, francesa e inglesa, es introducirnos en la Historia para conocer otra faceta vivida por nuestros antepasados, y recordada aún hoy por quienes, ya jubilados, les tocó vivir parte de aquel problema.

Ya hemos referido que el asunto de la vivienda en Tharsis ha sido motivo de conflicto a lo largo de la actividad minera. Con Deligny desde 1853 pasando por Mercier, y la Compañía Británica desde 1866.

Sabemos que el primer trabajo de envergadura asumido por Deligny, que le supuso gran descrédito entre los accionistas porque no consiguió llegar a minerales, agotando el presupuesto, fue el socavón de La Sabina. Trabajo a base de músculo y pólvora negra que consiguió horadar 591 metros en la Sierra de Santo Domingo. Acción que ha sido posteriormente criticada por algunos entendidos como una errónea planificación minera (tema que ya hemos tratado en este blog )

Aquella mano de obra, que tenia que acudir diariamente a las Cantareras de la Reina desde algunos kilómetros de distancia, debió ingeniárselas para acondicionarse algún tipo de alojamiento que les evitara la caminata si se desplazaban desde Alosno o desde la Puebla, las poblaciones más cercanas.

Checkland refiere en su libro: The Mines of Tharsis. Roman, French and British Enterprise in Spain.  En los primeros tiempos, las chozas y cabañas construidas por los propios trabajadores eran las únicas viviendas para esta población inmígrate. David Avery, en su libro traducido al español: Nunca en el cumpleaños de la Reina Victoria. Historia de las minas de Río Tinto, aporta la siguiente foto de, alrededor de 1875, con información a pie de página:

       En 1873, cuando se vendieron las minas, muchos de los obreros vivían en casas que eran más o menos toscas chozas.

Es previsible que en esta primera etapa  de  explotación de las minas de Tharsis, la mayoría de los obreros  procedieran de Alosno. No sólo porque la proximidad les haría menos penoso la ida y vuelta diaria al trabajo que acudiendo de otros pueblos más lejanos. También, porque Alosno estaba más al corriente del proyecto de Deligny, bien porque personalmente, o por mediación de representantes, hubo de realizar gestiones ante el Ayuntamiento para conseguir permisos y denuncios mineros. Y porque, quien al parecer le acompañó al monte Tarse, fue Luciano Escobar, minero de la provincia de Sevilla que se radicó en Alosno en 1849.  Pero lo que dio una trascendencia  mediática importante al asunto de la vivienda en Tharsis fue la denuncia aparecida en "El Socialista" en 1929. Denuncia recogida por otros periódicos de la época a raíz de una visita a Tharsis propiciada por la UGT. Llegó incluso a debatirse en las Cortes, donde se creó una comisión que giró visita para comprobar in situ la denuncia que había aparecido en El Socialista. Igualmente, otros periódicos se hicieron eco de esta denuncia, informando de la  problemática de los obreros de esta manera:

“Un hecho, que ha impulsado al Gobierno a adoptar medidas protectoras del trabajo en favor de obreros españoles, ha destacado en el mes que acaba de transcurrir. Nos referimos a las condiciones abusivas en que trabajan los mineros de Tharsis (Huelva) en las explotaciones de propiedad inglesa.”

Pero expongamos lo que escribía en 1929 El Socialista, órgano de propaganda del PSOE, relatando la explotación a la que sometía la Compañía de Tharsis a aquellos trabajadores. Decía así:

"Hemos girado una rápida visita por las instalaciones más cercanas, y podemos asegurar con toda la valentía que proporciona la convicción más absoluta, que ellas son burla y escarnio de nuestras leyes de protección al obrero. Decimos muy alto que en Tharsis se falta a las prescripciones del Código del Trabajo en la mayoría de sus aspectos; comenzando por la ausencia casi absoluta de mecanismo de protección y terminando por la infracción de la ley en el abono de jornales en caso de accidentes. Pero no es esto, con ser mucho lo que más nos ha indignado en nuestra visita.

Lo que ciertamente ha provocado, no sólo en nosotros, sino en cuantos nos acompañaban, una verdadera reacción contra quienes son causa de ello, es el atentado a la moral que significa el siguiente hecho:

Nos invitan los obreros que constituyen la Comisión a visitar algunos de los “cuarteles” donde éstos residen, y accediendo gustosísimos a esta invitación, penetramos en el primero que nos indican. Se trata de una habitación de cuatro metros de fondo por cinco de fachada, aproximadamente, perfectamente blanqueada y oliendo a limpieza. Nos recibe una mujer de edad, rodeada de varios pequeñuelos, y en la penumbra otra mujer más joven arrebujada en un mantón, cuyo rostro delataba reciente enfermedad. Nos explica la que resulta ser su madre, cómo hace pocos días ha dado a luz y ha estado muy grave.

A la medida que esa mujer nos va dando detalles de cómo viven, aumenta la sorpresa de los que allí estamos, excepto, claro es, de los demás obreros afectos al trabajo de la mina, que por experiencia saben de estas cosas.

En esa habitación existen dos camas en unos de los testeros, que dejan entre ambas el hueco sucinto para que pase una persona, y al otro testero, a la distancia que puede figurarse el lector, se encuentra la cocina, Esta habitación es además comedor, y todo en una pieza, puesto que no hay más que ella. Y en ese local, ¿sabéis cuántas personas viven?... Pues la madre, el padre y ocho hijos... Todos duermen en esas dos camas. Y hay más. Como no tienen otro sitio más que ese (nos explica la anciana), su hija ha tenido necesidad de dar a luz en un colchón colocado en el hueco existente entre las dos camas, a la vista de todos sus nietos.

Pero esto es poco... Como no existen nada más que dos camas, ya que no hay posibilidades de colocar otras por falta de sitio, han de dormir en una de ellas el padre y la madre con dos o tres de los pequeños, y en la otra el resto de los hijos con las hijas; debiendo advertir que en este caso había varones de diecinueve años y hembras de veintidós, ¡Y todos duermen en la misma cama! Éstos son los locales que la Compañía de Tharsis destina a sus obreros, luego de cobrarles por ellos un arrendamiento.

Bien es verdad que cuando el padre de esta familia de que hablamos vuelva a su hogar, después de haber trabajado durante todo el día, expuesto a que una piedra de mineral le destroce el cráneo, o a que una máquina le desbarate, se encuentra con que ha ganado, para mantener a su mujer y a sus ocho hijos, “la Importante” suma de dieciocho reales.

La Compañía que tales injusticias mantiene es la “The Tharsis Sulfur and Copper Mines Ld.” domiciliada en Glasgow y con un capital de 1.250.000 esterlinas. Todos sus consejeros y alto personal son ingleses, y a Inglaterra se marchan todos sus beneficios."

Y seguía informando la prensa: Según estos mismos Informes, la Compañía es dueña del subsuelo y del suelo y, por tanto, de las viviendas de sus obreros. Estas viviendas son unos tugurios, sin otra ventilación, en la única pieza de que se componen, que la de la puerta de entrada; allí se guisa se come, se duerme -matrimonios e hijos- en morbosa promiscuidad.

Miguel González Vílches en su libro; “Historia de la arquitectura inglesa en Huelva” Inserta un grabado que se corresponde con la vivienda descrita por la delegación de El Socialista. Esa vivienda pudiera ser de las primeras 79 construidas por la empresa francesa. Durante la gestión de Ernesto Deligny y Eugenio  Duclerc, o  de Victor  Mercier.

    

Checkland las describe así en su libro:  Consistía el prototipo en un cubículo de 5 metros x 4,5 metros, sin ventanas ni chimenea, adosada por tres de sus lados a otros cubículos similares, con cubierta de tierra compactada sobre entramado de madera. Estas cuarteladas registraban una superpoblación de, a veces, ocho personas por habitáculo.

CONTINUARÁ…

No hay comentarios: