jueves, 25 de febrero de 2021

FOTOGRAFÍAS Y FOTÓGRAFOS

Cuando contemplamos fotos antiguas no solo comprobamos el cambio de las personas, también el del paisaje. Lo que fue moderno y actual en su día, indumentaria, costumbres, lugares; ahora nos parece caduco y superado, pero simpático. Es que la fotografía y el cine tienen el atractivo de inmortalizarnos para siempre, aunque no sepamos dónde acabaran esas imágenes. Conservar fotos de nosotros mismos, de los demás, o de nuestro entorno, ha tenido siempre muchos aficionados. Hoy ya no es difícil que nuestros hijos tengan fotografías desde que nacen. Pasando por cumpleaños, fiestas, guarderías y colegios. Pero en los años 40 -50 del pasado siglo, guardar recuerdos de nosotros, o de familiares, no era tan fácil. Había que esperar la llegada de los fotógrafos ambulantes que acudían en las fiestas, instalaban el telón decorado, y las familias íbamos pasando por el improvisado “estudio” un día de Velada. Así disfrutábamos de la modernidad de aparecer junto a la familia en un trozo de papel. Pero las imágenes más elaboradas, las de estudio, había que hacerlas en Huelva, y allí se viajaba para fotos de boda, de nacimientos, de niños bautizados, de comuniones, o simplemente por gusto. En uno de estos viajes que hacíamos en tren nos ocurrió un pequeño accidente que nos dio un buen susto y puede que algunos lo recuerden. Entre los pasajeros había quienes íbamos de compra con los vales que daban a nuestras madres en el Economato, otros iban de médicos, y las recoveras con sus canastos. Pero ese día varios niños iban a Foto estudio Monís, o Foto Báez, los mas visitados en Huelva, para hacerse las fotos de comunión. Por eso sus madres traían los trajes en bolsas, no era plan que las más de dos horas que se tardaba en llegar a Huelva se arrugaran o mancharan lo que sacrificio había costado. Entrando en Corrales empezaron a sonar con gran intensidad los parachoques de los vagones, ruidos a los que estábamos acostumbrados, pero no con aquella fuerza. El tren paró de repente y nos desplazó de los asientos. Nuestras madres corrieron a arroparnos. Por el suelo cayeron bolsas con trajes de comunión y algunos huevos de las recoveras. A través de las ventanas se veía mucho humo y para tranquilizarnos, los obreros que trabajaban en la vía nos hicieron señas para que nos calmáramos. En Corrales estuvimos el tiempo justo para desenganchar los vagones de mineral, que eran donde se produjo el incendio de las zapatas de frenado, que se construian de madera. Pudo ser que los guardafrenos dieran más manivela de la cuenta para frenar el convoy. Esperando en el Puntal de la Cruz que la locomotora nos llevara de regreso a Tharsis, las madres comentaban que los niños se habían hecho las fotos de comunión. Todos volvimos contentos, con una anécdota más que contar La mayoría de nosotros guardamos fotos con cierta calidad que nos hicieron, incluso en color, en la escuela Grande. Estas sesiones fotográficas se encargaban de organizarla los maestros. Disponían el decorado para que fuéramos pasando cada día por el “estudio” al aire libre instalado en el patio. También se ponían en contacto con doña Solita, para quiénes teníamos hermana nos hicieran la fotografía juntos. Unos libros sobre una mesa, un fondo de mapa de Europa, y una pizarra con algunas letras escritas de las primeras lecturas, era todo el decorado. A veces también la imagen de un santo. Estas fotos vinieron de Huelva a hacerlas, “Tuero”. Yo creía que había participado otro fotógrafo de Tharsis, Benito el “retratista”, que vivía en las casas de las Cantareras. Casas que me llamaron la atención de pequeño. Me parecían enormes, suntuosas; quizás porque estábamos acostumbrados a la vista de los cuarteles, o a las nuevas que se construyeron en la plaza de San Benito. Aquellas casas, que eran pocas, pudieron estar construidas sobre los cimientos de rudimentarios y antiguos cobertizos que servirían de refugio para los trabajos que inició Deligny en la galería Sabina. Se mantuvieron en pie hasta los años 60. Allí funcionaron unos canaleos aprovechando las aguas que salían de la galería. Era la época de la escasez de vivienda, y siempre sería más cómodo vivir en una casa, aunque retirada del poblado, que en la choza de un huerto. Filón Sur, la Esperanza, o la Planta del Oro; sí la tenían más a mano. La Compañía de Tharsis siempre dispuso de abundantes fotografías de la mejor calidad, enviadas a las oficinas en Glasgow para estudiar los avances de los trabajos. Estas fotografías, junto a la cantidad de escritos, telegramas, e informes; constituyen un legado histórico importante para conocer no solo la evolución de la actividad minera, también de la fisonomía de los poblados. Toda esta información se conserva en su Universidad. De los fotógrafos ambulantes que acudían por la Velada hay dos que hicieron muchas fotos en los años 50 y 60. Sabino Morera, que venía de Peñarroya-Pueblo. Y Manuel Flores, que en los 60 venía de Trigueros. Con la hija de Manuel, Ana, pude contactar y puso a mi disposición cantidad de negativos relacionados con Tharsis. Una vez revelados montamos una exposición en 2008. En esos años más obreros disponían de cámaras fotográficas. En mi casa había una, regalo de mi tío José, de Madrid, que aún conservo. Mi padre la utilizó para hacer fotografías en Filón Norte, que he publicado para desarrollar otros relatos.También la utilicé yo para otras muchas fotos en los años 60. El inconveniente que se te presentaba con la cámara era el revelado de la película, que había que enviarlo a Huelva, a través de un corsario, o al cobrador de Damas por una pequeña gratificación. Pero este inconveniente lo resolvía Tomás Gómez Rodríguez (Tomás el tocino) instalando su pequeño laboratorio y dónde llevaban a revelar muchos aficionados de Tharsis. Estos negativos que Tomás fue conservando durante años, constituyen una colección magnífica de la que yo vengo haciendo un uso generoso. Aunque Tomás fue un hombre polifacético, fue su hijo Alfonso quién realizó un curso de fotografía, y quien a menudo se desplazaba por los pueblos de alrededores. Haciendo fotografías individuales para renovar el DNI, para tramitar las ayudas por familias numerosas, o simplemente porque unos padres querían aparecer junto a sus hijos, o reunidos con toda la familia. Algunas de estas fotos que captan la realidad humana de las personas en su ambiente, serían representativas para calificarlas de artísticas. Me he permitido escoger varias, en colaboración con otro aficionado a la fotografía. Creo que ninguna son de Tharsis, aunque pudieran ser de Villanueva de las Cruces o de La Puebla, desconozco donde se tomaron. José Gómez Ponce. Febrero 2021