jueves, 28 de noviembre de 2013

CABEZO JURÉ 2500 a. de C. Alosno, Huelva. Y 2ª Parte


 
 
Productos que salen y productos que llegan: la expresión de que en el Cabezo Juré no todas las personas eran iguales.

Aquí llegamos, sin duda, a otra de las peculiaridades de este poblado. Su integración en un amplio circuito de productos que viajan a largas distancias, yendo y viendo al Juré. Así es, en él encontramos productos manufacturados en un sílex o en una piedra caliza que sólo existe al sureste de la provincia de Sevilla, igualmente ocurre con las almejas, las ostras, otros objetos en piedra (hachas) y algunas cerámicas; todos ellos son ajenos a la producción local del Juré y han sido transportados hasta allí desde distancias que podrían oscilar entre 30 y 200 km., según el tipo de producto.

Estos productos, que llegan desde tan lejos, se localizaron junto a la fortificación que cerraba la cúspide del Cerro Juré, lo que unido a la presencia de las figurillas de barro coci­do, únicas en el poblado, ayuda a entender las diferencias sociales entre las personas que viven dentro de la fortificación y las que lo hacen fuera de ella.

Por tanto las diferencias sociales que separan a las gentes que viven en el Cabezo Juré, se establecen y manifiestan tanto en la propiedad exclusiva de los productos de pro­cedencia lejana, como en el consumo de alimentos restringidos.

También habría que incluir en este apartado de productos que son llevados al Juré, uno que sí que es compartido por todos, los cereales, que allí no se cultivan y de los cua­les hemos encontrado sus contextos de transformación en los ambientes domésticos con recurrente aparición de molinos, muelas y, asociados a ellos, recipientes para contener las harinas producto de la trituración del grano.

Todo este trasiego de productos nos lleva a pensar que, para el caso del Juré, es la manufacturación especializada de instrumentos y lingotes de cobre, la que puede explicar que tengan lugar estos flujos de productos, que no sólo son constantes (como han pues­to de manifiesto el análisis de las conchas de almejas que aseguran el abastecimiento del Juré en todas las épocas del año), si no que permiten al conjunto de la comunidad abas­tecerse de recursos básicos (cereal) y, por otra parte, permiten que se pueda seguir soste­niendo la desigualdad (en tanto que hay un acceso restringido a determinados productos que llegan) dentro del conjunto de la comunidad del Cabezo Juré.

EL FINAL DEL POBLADO

En los momentos finales del poblado, cerca de su (aún por esclarecer) rápido y precipitado abandono, se producen algunos cambios significativos. Así, mientras la cabaña domestica de ovejas se mantiene estable, casi en los mismos niveles que al inicio del asentamiento, los bóvidos sufren un descenso vertiginoso, mientras que aumentan el numero de cerdos, caballos y animales salvajes cazados. Dos explicaciones nos parecen factibles a la hora de interpretar este brutal descenso de bóvidos. Por una parte, parece que con el aumento de los cerdos, caballos y de las actividades de caza, lo que la comunidad del Cabezo Juré está haciendo es asegurándose la carne que los bueyes han dejado de proporcionar. Por otra, si han descendido tanto los bueyes, toda la actividad relacionada con ellos (transporte de mineral y troncos al poblado, y puesta en circulación de los productos allí realizados, así como abastecimiento de cereal hasta el mismo) ha debido resentirse notablemente, poniendo en peligro el sentido de las actividades productivas y la propia subsistencia de los habitantes del Cabezo Juré.

En los últimos años de ocupación del poblado se refuerzan la fortificaciones y aumenta  la producción de las puntas de flecha. Todo ello no hace sino confirmar que, en las causas de su definitivo abandono, están jugando un papel relevante tanto la desestructuración de los circuitos de los que dependía el Juré, como el aumento de la conflictividad bélica en esta zona.
 

La  metalurgia: una manifestación de la desigualdad social de los primeros  Estados.

La existencia de poblados como el Juré, que evidencian una gran especialización productiva, con una población totalmente desvinculada de los trabajos agrícolas que son, en última instancia, los que permiten la subsistencia de las personas, nos informa de la importancia que llegaron a adquirir, en fechas tan remotas, las redes de circulación de productos a media y largas distancias. Tanto es así, que hay que pensar que si esas redes de circulación funcionaron fue gracias a que lo hacían sobre un territorio muy organizado, donde los poblados como el Juré son posibles por que otros sitios producen en abundancia los alimentos que el Juré consume.

Esto significa también que estamos ante una comunidad, la del Cabezo Juré, que tal vez sea de las primeras que se han desvinculado totalmente del trabajo de la tierra, lo que no significa que sean autónomas, si no todo lo contrario, significa que los habi­tantes del Juré son aún más dependientes, pues las decisiones sobre su simple supervi­vencia alimenticia se toman en otros lugares, centros políticos donde se decide la conti­nuidad o el final de actividades tan gravosas socialmente como el sostenimiento de una comunidad metalúrgica, cuyos productos no salen de la esfera del lujo y la ostentación, y por lo tanto, no generan nada que podamos considerar como un beneficio a la socie­dad, si no a la parte de la sociedad que demanda estos productos como símbolos de diferenciación y estatus.

En efecto, las labores agrícolas son la base de la existencia de todas las comunida­des de estos tiempos, y ellas implican unas determinadas formas de organizarse en las que se manifiesta la desigualdad a la que ya hemos aludido. Si los habitantes del Cabezo Juré no practican la agricultura, y sin embargo también allí se manifiesta una gran desi­gualdad entre las personas, esta desigualdad debió dar lugar a una élite de privilegiados, que podemos considerar nueva, aunque dependiente de la antigua élite que mantenía sus privilegios sobre el control de la producción agrícola, y que es la que recibe los pro­ductos metálicos fabricados en el Juré. Su misión consistió en asegurar la producción metalúrgica y garantizar su circulación.

La élite que vivió en la cima del Juré, no sólo se apropió en exclusiva de los pro­ductos llegados de lejos, si no que, además, frente al resto de la comunidad, se preocu­pó de perdurar también en la muerte, a través de la construcción de dos túmulos de grandes dimensiones de las proximidades del poblado, para ser allí enterrada.

Todo lo dicho viene a romper con la idea, sostenida todavía hoy, de que en las comunidades metalúrgicas estaba el origen de las primeras sociedades de clase y que ellas habían dado lugar al nacimiento del Estado. Todo lo contrario, más bien ocurrió al revés. La metalurgia manifiesta el grado de organización política al que puede estar sometida una comunidad, como ocurre con la que vivió en el Cabezo Juré, que no es más que la manifestación coyuntural de una decisión política que se toma en centros muy alejados, donde antes, para que toda esta historia se desarrolle, se han producido las contradicciones sociales que han llevado a la apropiación desigual de la riqueza y la aparición de una élite que ejerce un control efectivo, no sólo sobre la producción agrí­cola y los productores, si no sobre un territorio donde (y el Juré no sería si no expre­sión de todo ello) manifiestan los límites de lo que denominamos Estado.

Fijar sus límites desde sus expresiones es la  tarea que hace algunos años emprendimos en la provincia de Huelva. Hoy, somos conscientes de que aún quedan muchas cuestiones por resolver, y que apenas comenzamos a esbozar esta tarea. El Cabezo Juré seguirá aportando muchos datos y ayudándonos en ello, sus limitaciones, nos llevarán a otros sitios donde continuar nuestras investigaciones. Desde ellos, no sólo tendremos una visión más ajustada de la historia del Cabezo Juré, si no que nos iremos acercando a la explicación del origen del Estado y las manifestaciones de la desigualdad y la jerarquización social que le acompañan.
 
FIN

jueves, 21 de noviembre de 2013

CABEZO JURÉ 2500 a. de C. Alosno, Huelva. 1ª Parte


 
Ya nos habían hablado de este trabajo arqueológico, pero hasta que no hemos conseguido el libro, que está patrocinado entre otros por el Ayuntamiento de Alosno y editado en 1997, no hemos visto la posibilidad de hacerlo público por Internet.

Sobre el cabezo Juré, y su importancia en la prehistoria y actividad minera de nuestros pueblos, teníamos conocimiento desde hace mucho. Incluso llevamos años planeando hacer una visita a la que nos habían invitado.  

Dado que el trabajo no es muy extenso, lo publicaremos en dos o tres entregas, y daremos nuestra opinión al final.

Sin más, con nuestro agradecimiento a D. Francisco Nocete, catedrático de la Universidad de Huelva, os dejamos una primera parte de este interesante trabajo. 

                  *******************

CABEZO JURE 2500 a.C. Alosno, Huelva

DIRECTOR DEL «PROYECTO ODIEL»

Francisco Nocete

COORDINADOR DE LA EXPOSICIÓN

Antonio Orihuela

RECREACIONES HISTÓRICAS

Daniel Macías Díaz.

 

EL POBLADO

Muy cerca de las actuales minas de Tharsis, en un paisaje muy alterado por la mine­ría moderna y por las plantaciones de eucaliptos, el Proyecto Arqueológico Odiel, que llevaba varias años recogiendo información sobre la Prehistoria del territorio del Andévalo onubense, localizó un yacimiento, el Cabezo Juré (1) (Alosno, Huelva) que fren­te al resto de los indicios del poblamiento prehistórico de la zona, muy débiles y de esca­sa relevancia, o ya destruidos, se presentaba como el único con posibilidades para inten­tar explicar cómo se desenvolvió la primera y más antigua minería y metalurgia del cobre y, lo que es más importante, conocer qué tipo de sociedad era la que la practicaba.

([1] Sirvan estas páginas para expresar al Sr. Domiciano Márquez Delgado propietario de la finca en la que se encuen­tra situado el yacimiento, nuestro agradecimiento por las facilidades dadas para la excavación del mismo y por las molestias que ello le ha causado. Su actitud hacia nosotros ha permitido el que hoy podamos disfrutar tanto del Patrimonio como de la Historia recuperada del Juré. Creemos que por ello, todos los ciudadanos en general y el pueblo de Alosno, en particular, contrae con él una deuda de gratitud que sólo salda su ejemplo.)

La excavación del Cabezo Juré nos deparó muchas sorpresas gracias al excelente estado de conservación que presentaban las zonas del poblado que no se habían visto afectadas por las labores mineras de principios de siglo. Las muestras fechadas por car­bono 14 nos revelaron que sus habitantes construyeron sus primeras viviendas y empe­zaron a vivir y trabajar en el poblado hacia el 2.500 antes de Cristo y que lo abandona­ron unos 200 años después.

Sus moradores se dispusieron alrededor del cabezo aprovechando el relieve de este, pudiéndose distinguir dos espacios netamente diferenciados, la cima del cabezo, rodeada toda ella por un muro de fortificación, y las laderas, donde las casas se levan­taron sobre terrazas artificiales de piedra para vencer el desnivel de la pendiente. En estas últimas encontramos piedras para moler cereal, fuegos para cocinar alimentos, ins­trumentos para curtir pieles, tejer la lana de las ovejas, etc.

Como en todo hogar, no falta tampoco la vajilla, orzas, ollas, platos, vasos y hasta cucharas, todo ello de cerámica; sin contar con los útiles que facilitan las tareas domés­ticas, tales como los cuchillos de piedra; agujas, punzones y espátulas en hueso; y agu­jas y cuchillos de sierra fabricados en cobre.

En otros espacios, contiguos, pero separados unos de otros, se preparan puntas de flecha, se reponen útiles de piedra que se han roto, o se continúan las actividades meta­lúrgicas, lo que supone la participación generalizada de toda la comunidad en activida­des de fundición secundaria y realización de manufacturas y lingotes, si bien, los proce­sos de reducción del mineral y fundición primarios y masivos son exclusivos de la zona alta del poblado, realizados en hornos especiales, a extramuros del recinto.

Alrededor de la cima del Cabezo Juré el sistema construc­tivo, como ya hemos adelantado, era distinto. Allí levantaron una muralla en forma de anillo que la cerraba; en su interior se dispo­nían, a su vez, espacios destina­dos a usos diferentes.

En otro lugar, ya fuera del recinto amurallado, pero incluido en los rebordes de la plataforma superior del cabezo, los habitantes del Juré dispusieron varios hornos para realizar allí las transformaciones que permiten obtener del mineral productos semi-elaborados de cobre. Hasta él los hombres tuvieron que transportar, de las vecinas minas de Tharsis, las materias primas necesarias, y aquí, con mazos y martillos, golpearon el mineral sobre morteros y molinos, para prepararlo y poder introducirlo luego en los hor­nos.

Las actividades minero-metalúrgicas desarrolladas por las gentes del Cabezo Juré en ningún caso son fruto de la improvisación o el experimento, al contrario, nos informan que estamos ante una comunidad que tiene un conocimiento muy avanzado de estas téc­nicas extractivas y productivas. Tanto es así que mil años después, en otros lugares del sur de la península ibérica, se continúan haciendo objetos de cobre del mismo modo que en el Cabezo Juré.

En la plataforma superior, donde se ubican los hornos, no se realizaron tareas manufactureras metálicas, tampoco encontramos áreas de elaboración o almacenaje de alimentos, lo que no quiere decir que no se consuman alimentos, pues estos aparecen también aquí en grandes cantidades. Especialmente llaman la atención los restos encon­trados de almejas, todas con tamaños muy uniformes (6 cm.), lo que da idea de la reco­lección selectiva a la que eran sometidas en sus lugares de origen y de la posición de privilegio que supondría el consumo restringido de estos alimentos especiales.


EL PAISAJE

Las modernas técnicas que hoy en día utiliza la arqueología permiten conocer tam­bién cómo era el paisaje del pasado, y así lo hicimos con el Cabezo Juré, encontrándo­nos con que el clima que conoció esta comunidad hace 5.000 años no era muy diferen­te al actual, si bien, los arroyos próximos debieron llevar mucha más agua que hoy, la suficiente para permitir junto a ellos un paisaje de fresnos, álamos, sauces, juncos flori­dos y filigrana.

El resto del entorno del Cabezo Juré se completa con encinas, alcornoques, jaras, mirtos, lentisco y acebuche.

Las actividades de las gentes del Cabezo Juré se hicieron sentir sobre este paisaje, y desde su misma instalación comenzaron a alterarlo, talando, en gran parte, los árboles de ribera y el encimar. Con ello el paisaje se clareó bastante y los arbustos comenzaron a ganar terreno, sin que en ningún momento este clareo se aprovechara para roturar y sembrar la tierra, pues esta es otra de las sorpresas del Cabezo Juré, sus habitantes no realizaron ningún tipo de práctica agrícola.

A medida que avanzó la vida del poblado, la tala de árboles se agudizó y la desforestación  alcanzó tal magnitud que prácticamente acabaron con el paisaje de encinas en un radio de varios kilómetros. La única explicación a tales hechos está en la necesi­dad constante de madera, sobre todo del tipo de la encina, capaz de alcanzar las altas temperaturas que hacían falta para mantener los hornos metalúrgicos en activo.

 
LOS ANIMALES

En ese paisaje degradado por la acción humana, los habitantes del Cabezo Juré cria­ron una gran cantidad de animales domésticos (cerdos, vacas, ovejas, cabras, caballos y perros), y también se aprovecharon de la fauna salvaje que merodeaba por los alrededores: ciervos, jabatos, liebres, pájaros, cabras monteses, y hasta lobos, fueron cazados por ellos tal y como demuestran las basuras y los residuos que nos dejaron en sus viviendas.

Estos animales no sólo les sirvieron de alimento, sino que también de ellos aprove­charon su leche, fabricaron quesos, curtieron pieles, tejieron lanas, etc. Hasta los mismos huesos de los animales sacrificados se aprovecharon para realizar con ellos agujas, alfile­res y hasta figurillas.

De entre las especies animales que hemos encontrado en el Juré destacan por su rare­za las almejas, lapas, navajas y ostras que desde la lejana costa, a más de 30 km., eran trans­portadas para ser consumidas en el poblado.

Entre las especies domésticas destaca por su abundancia el cerdo, seguido de los bueyes y las ovejas; por la edad de matanza, los cerdos parecen estar orientados a su aprovechamiento cárnico.

En el caso de los bóvidos, el sacrificio en edad avanzada de los machos, y las defor­maciones encontradas en sus huesos, nos hacen pensar que debieron cumplir una misión fundamental en esta comunidad. A falta de registros agrícolas, estos eran exclusivamente dedicados a transportar las pesadas cargas de mineral que eran acarreadas hasta el pobla­do, así como los troncos de los árboles que constantemente eran abatidos para surtir los hornos; de otro lado, también en ellos se sacarían del poblado los productos manufactu­rados y los lingotes de cobre.
 

Continuará...

jueves, 14 de noviembre de 2013

CASINOS DE HUELVA


  
El próximo sábado día 16 se presentará  en Tharsis el libro: Casinos de Huelva, donde se recoge, entre otros, El Círculo Minero Recreativo de Tharsis. Casino, al igual que el de Corrales y La Zarza, construido y dotado por la Compañía de Tharsis.

Sobre la historia del Casino de Tharsis ya hemos escrito en nuestras páginas. Hace tres  años le propusimos a la directiva conmemorar el 130 aniversario de su inauguración, donde expusimos una colección fotográfica realizada por la agrupación  San Dionisio, de Jerez de la Frontera, de las instalaciones mineras de Tharsis; junto a fotos antiguas de nuestra colección. 

Las fotos de estos amigos que vinieron de Jerez constituyen ya otro legado histórico, porque al poco tiempo después, todo el patrimonio que se veía en las fotos fue destruido y vendido por chatarra.

Igualmente, hicimos público la crónica aparecida en LA PROVINCIA en 1880, que les ha servido a los autores del libro para datar fehacientemente la antigüedad del primer Casino Minero de Tharsis. Su inauguración, en Octubre de 1880, fue una fiesta con participación de todo el pueblo, donde acudieron autoridades y directivos de la empresa. Inauguración que constituyó un hito importante en la provincia de Huelva.

Aprovechamos la ocasión para dejaros dos fotos inéditas del antiguo Círculo Minero. La mesa de billar que ven no es la que actualmente está en el Circulo Minero actual, inaugurado en 1951. Existe una pequeña historia para que esta mesa "desapareciera" del Casino, ocurrida, al parecer, a raíz de un encuentro de billar entre jugadores de Tharsis y Huelva. Esta historia tiene que estar recogida en el libro de Actas.
 




Toda esta información, en texto y en imágenes, la podéis consultar en nuestros siguientes enlaces.





 

jueves, 7 de noviembre de 2013

VISITA DE LA FAMILIA


 
Para comentar estas fotos hemos intentado ponernos en contacto con los protagonistas, pero solamente lo hemos conseguido con Manuel Fernández, quien ha accedido a enviarnos un escrito.
Una de las fotos ya la publicamos en el reportaje dedicado a (Tomás  "El Tocino", reportero gráfico de Tharsis)
Igualmente, con otro escrito os relatamos parecida experiencia en los años 60.

                                      *******
Las dos fotos son muy entrañable para mí: una de ellas está en el blog de amigos de Tharsis y ya la había visto; pero la segunda (la menos poblada) no la había visto desde hace mucho tiempo. Fue una de tantas visitas al Seminario Salesiano de La Palma del Condado allá por el 1962, cuando esperábamos a nuestros padres y hermanos en esos domingos tan ansiados y deseados al mismo tiempo, tratando de adivinar ese paquete y su contenido que con sacrificio y en prueba de su cariño te dejaban. Éramos unos críos y no comprendíamos todo ese esfuerzo, "ese viaje tan largo desde Tharsis, el retardar la vuelta lo más posible, el querer estar contigo todo el día...Ahora apreciamos todo aquel cariño y desvelo". (No quiero pecar de extenderme  más en mi comentario, pero las emociones y sensaciones de aquellos años darían para llenar toda una plana).Deciros que después de los Salesianos de La Palma, pasé al Seminario Diocesano de Huelva, donde me reencontré con más "paisanos" de Tharsis. Fue para mí una época muy agradable e inolvidable. Un abrazo.
Manuel Fernández Delgado
                                                    *******

Estas son de las fotos que resultan simpáticas y entrañables. No porque formen parte de nuestra “historia local”, también por su carga de expresividad. Las familias unidas a los protagonistas; que no eran otros que los hijos, hermanos, primos y nietos, que estudiaban internos en el Seminario.
Tiempos aquellos en los que realizar estos deseados encuentros exigían planificar el viaje: Contratar a quienes en Tharsis se dedicaban al transporte de viajeros, empaquetar las compras hechas en el Economato para regalar ese día, intentar persuadir a la abuela que se quedara en casa porque el viaje le podía sentar mal, y decirle a más de un familiar que ya no quedaban plazas libres en la furgoneta.
Después de la alegría del reencuentro y la visita por algunas de las dependencias, venía la foto para el recuerdo, donde todos querían aparecer pero sin robar protagonismo a los "héroes" de ese día.
Para quienes hemos estado en colegios  internos en nuestra juventud, no  había mayor alegría que cuando pronunciaban nuestro nombre por la megafonía seguido de la frase: "tiene visita".
Esos altavoces, similares a los que veíamos en las tómbolas de los feriantes que se instalaban por la "Velada", repicaban la misma  música todas las mañanas para levantarnos de las literas en las que dormíamos. Canciones que, de tanto repetidas,  aun las recordamos. (En mi caso Jorge Negrete). Pero escuchar nuestro nombre era parar inmediatamente lo que fuera y redoblar nuestra atención, si la palabra siguiente era ¡visita! ya sabíamos hacia donde salir corriendo.
Ir a Huelva a principio de los sesenta eran viajes que había que programar. En “Damas” te daba tiempo para moverte por la ciudad algunas horas hasta el regreso por la tarde, o bien coger la canoa para hacer el viaje de vuelta en el tren de la Compañía.
Pero cuando el viaje era para ir de visita dentro de un horario que no se podía compaginar con los de la “camioneta”,  nuestra familia tenía que recurrir  al transporte alternativo: El Lancia del " Molinero", la DKV de "Gatuperia”, o la de Luís Mora; entre otros. Así se solía acudir de visita no solo a los Internados, también a la clínica que atendía las hospitalizaciones de la Compañía, la del doctor Vázquez Limón.
Por nuestra parte teníamos que esperar a las vacaciones reglamentarias para regresar al pueblo: Navidad, Semana Santa, y en verano con el fin de curso.
Fueron experiencias que nos tocó vivir acompañadas de la lógica morriña, debida a nuestra corta edad y de no haber salido nunca más allá de Huelva y siempre en compañía de nuestros padres; pero de lo más natural.
Esta oportunidad la conseguimos muchos de nosotros  gracias a las becas del PIO (Patronato de Igualdad de Oportunidades), que a partir de los años 60 hizo posible que muchos hijos de obreros accedieran a los Institutos y al Bachillerato.
Fotos como estas aquí expuestas, les traerá recuerdos a más que a los protagonistas, porque aunque no pasamos por el Seminario, idéntica experiencia vivimos otros jóvenes de Tharsis en el Colegio Menor, a donde llegamos desde la "Escuela Grande".
José Gómez Ponce