miércoles, 27 de abril de 2016

Un poco de actualidad


Estos días hemos conocido la desaparición de una página Web, “por Andalucía libre”, en la que solíamos entrar para informarnos. Donde se describe la situación andaluza:
“Esta revista digital nació en 2006 con el fin expreso y explícito de ayudar al cambio en Andalucía en dirección a una sociedad abierta, culta, tolerante y próspera. Teníamos enfrente a todo un régimen monopartidista impuesto subrepticiamente a los andaluces tras la fachada de una socialdemocracia moderna. Lejos de respetar a los ciudadanos y sus derechos y libertades, a la democracia y sus reglas básicas de convivencia, aquel PSOE, del que es heredera hoy Susana Díaz con el inesperado y decepcionante apoyo de Ciudadanos, intentó y logró penetrar todos los recursos y resortes de la sociedad andaluza, desde su economía y agentes sociales a sus medios de comunicación, desde la administración pública a la sanidad o la educación, desde la justicia a la sociedad civil.
Apenas nada ha quedado fuera de su injerencia y/o control directo y pocos han podido y/o querido escapar de esta asfixiante y perversa presión más propia de regímenes populistas. Su apropiación de los símbolos andaluces y de la esencia política e histórica de la región andaluza fue la consecuencia. Mutatis mutandis, el PSOE ha sido a Andalucía y a los andaluces lo que el nacionalismo catalán ha sido a Cataluña y a los catalanes en el aspecto identitario, en el aspecto de control y presión e incluso en el aspecto de su corrupción”.

Ahora, que el “mantra” de lo políticamente correcto lo envuelve todo y a todos, no parece sí no que la única verdad es la oficial, la que emana del poder, por supuesto. Decía el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, que “en Europa es muy fácil hablar de paz y muy arriesgado hablar de seguridad". Claro, y en España mucho más.
Paz, bendita palabra que pronuncian desde los humildes hasta los asesinos. Cuantos actos se organizan en su nombre para no hablar de lo que denuncia Uribe. Cuan compungidos nos manifestamos por cualquier guerra, pero no decimos cómo acabarla. Cuánto dolor nos trae, ahora, recordar la que ni siquiera vivimos; pero fingir es preferible a separarse del redil.
Se retuerce el lenguaje y se miente para parecer lo que no se es. Donde periodistas y medios transigen para no ser tachados de desafectos.

La celebración del 4º  centenario de Cervantes, como en cualquier otro acto, es aprovechado por los políticos de turno para cimentar la losa de la corrección política. Y argumentando que no desean “politizar” la celebración, montan una astracanada en el Parlamento que hasta el “manco de Lepanto” estaría revolcándose de desprecio en su tumba. Todo para que nadie se moleste y así pescar a diestra y siniestra.
Como sí don Miguel de Cervantes no se hubiera señalado políticamente, nos guste o nos disguste. Primero como militar, luchando por España, la religión y su Rey. Después, soportado un penoso cautiverio que pudo haber evitado renegando de su fe. Y terminando, porque nadie como él dio tanto esplendor a nuestro idioma, el español, hoy día despreciado y perseguido en algunos territorios de España.
Vamos, que desde el parlamento inglés tratan a Shakespeare con la bufonada que ha sido tratado Cervantes, y se les cae el pelo.
Esto de engañar hasta llegar a la poltrona, o estando en ella, es tan antiguo como el mundo, por mucho que no lo queramos ver. Discursos serviles para cazar incautos se divulgan diariamente. Incluso se siente tal desprecio por las personas, que públicamente se confiesa que la manipulación se practica para vendernos una mercancía que nadie compraría en su sano juicio. Al estilo del líder de Podemos, que ante las cámaras no se corta para decir que “para follar uno se desnuda, y para ligar se acicala bien”. Así, cuando con lo segundo le has dado tu voto, de lo primero “no te salva ni Mackay”.
Lo dijo su admirado Vladímir: “la mentira es un arma revolucionaria” y, o te la crees, o te mandan a disfrutar al GULAG.
Pero que estos políticos renieguen y desprecien al autor de la novela más universal de la literatura, refleja meridianamente la catadura de semejantes representantes. Claro ejemplo de la ineptitud para alcanzar ningún buen propósito. Si lo que es reconocido a nivel mundial, que D. Miguel de Cervantes Saavedra, con su Don Quijote de la Mancha, influyó en toda la literatura posterior hasta nuestros días; qué cabe esperar para que alcancen acuerdos en cuestiones más mundanas; donde cada partido político tiene dos y tres opiniones distintas.
Aunque todo progresa aceleradamente por la realidad virtual que disfrutamos. Y cualquier acontecimiento se adereza adecuadamente para que no olvidemos quienes son los buenos y quienes los malos.

Pues que siga la fiesta.

miércoles, 6 de abril de 2016

AQUELLAS DIVERSIONES DE LA INFANCIA. (Poner los pájaros)


 
Cuando en Tharsis se disfrutaba del pleno empleo, nuestros padres, después del trabajo en la Compañía, podían canalizar su tiempo libre en las pocas actividades disponibles entonces. La afluencia al Casino, sobre todo los fines de semana, era ampliamente secundada. Había también algunos colectivos donde participar: Las Hermandades de Santa Bárbara o de la Peña, el Club Atlético Tharsis; o formar parte de los Comités de Empresa que periódicamente resultaban elegidos en el trabajo y por categorías.
Nosotros, los hijos, debíamos de buscar alternativas para jugar y divertirnos cuando salíamos de la Escuela Grande; siempre que nuestro padre no nos hubiera apuntado a clases particulares. Pero esa era la tónica general, que las tardes las teníamos ocupadas con las clases de D. Manuel Rojas o Juan el Pintor, entre otros. Estas clases de apoyo, complemento de nuestra escolarización organizada por la Compañía, tenía gran aceptación entre nuestros padres, aunque la pedagogía utilizada fuera  “la letra con sangre entra”.
Pero incluso después de tener las tardes ocupadas sacábamos tiempo para organizar nuestras diversiones; sobre todo en verano, cuando los días eran más largos que las noches.
Muchos de nosotros  nos iniciamos en la caza de aves de canto: jilgueros, jamases, verderones y chamarices. Esta afición, que aprendimos de los mayores, o de nuestros padres, nos llevaban a practicarla por nosotros mismos organizándola a nuestra manera.
Primero  teníamos que preparar la “liria”, el pegamento utilizado para que a las aves se le pegara las plumas y al no poder volar quedaran a nuestro alcance. Para ello recorríamos el pueblo buscando suelas de zapato que llamábamos de “crepé”, o de “tocino”. Eran zapatos de cierta clase, no utilizados por la mayoría, porque lo que más encontrabas eran suelas confeccionadas con restos de neumáticos.
Después de conseguir algunas suelas, mayormente de zapatos de niños, teníamos que hacer un fuego en una lata. Echábamos el “crepé” en pequeños trozos que removíamos   con un palo,  y cuando creíamos que estaba a punto le añadíamos un poco de "perrubia". Seguíamos moviendo hasta que la pasta se homogenizaba, se  apartaba del fuego y dejamos enfriar.
La prueba definitiva venía el día que íbamos a poner los pájaros. Cargados con nuestro “arbolete”, nuestras jaulas de los reclamos, con nuestro jilguero favorito; acostumbrado a cantar en el campo. Nuestro "jama" del año anterior, con la pechuga granate, y nuestro buen ramillete de cardos. Ese día te levantabas más temprano que de costumbre sin que nadie te llamara, y cuando apenas empezaba a amanecer, marchabas a los sitios de costumbre. Los más cercanos: el Huerto el Buche, el pozo de las Culebras o el dique Grande. Los más lejanos: el cerro de los Gatos, el puente de la Lechera, o la Peñita.
Una rama de jara, más fina que un lápiz, a la que quitabas la corteza, nos servía para confeccionar las “varetas”. Después, con los dedos impregnados en agua o saliva,  la cubríamos con liria dándole vueltas. Terminada esta operación se sujetaba con la boca por un extremo para buscar un trozo de "gamón", de dos a tres centímetros, que nos servía para unirla al arbolete.
Cuando lo teníamos  “adornado” con cinco o seis ”varetas”, a modo de perchas donde se posarían las aves a la llamada de nuestros reclamos, o de nosotros mismo imitando un reclamo; nos tocaba esperar escondido a cierta distancia entre algunas matas de jara o un paredón.
Para que se diera bien el día, el tiempo tenía que acompañar. Primero que pasaran pájaros.  Que tampoco hiciera mucho sol porque brillaba la “liria”,  se asustaban y pasaban de largo o posaban en el suelo. La niebla tampoco era buena, porque el rocío se depositaba en las "varetas" y no pegaban.
Esto, que hacíamos siendo niños, ahora nos parece cruel. Aunque hoy día también se estila ir de pesca y una vez capturado el pez ponerlo en libertad, las aves que capturamos de esta forma, una vez llegados a casa las soltábamos; menos el jilguero más bonito, que lo preparamos  para el reclamo o para la “jarilla”.