En
su nueva vida, Frédéric Velge y su familia no han dejado de venir a menudo a
Portugal. Venían a Caveira, donde tenía una casa de vacaciones. Iban al Algarve, donde también había comprado
una casa de vacaciones. Y mantuvo contacto con los hermanos en Francia.
"En el verano
pasábamos siempre un mes en el Algarve. Mi padre siempre estaba trabajando,
pero fuimos allí y también pasamos unos días en Caveira, y otros días a casa de
mi abuela en Biarritz. El verano se pasaba entre Biarritz, Caveira y Algarve.
Todos íbamos a Armação de Pera, donde mis padres habían comprado un apartamento
en Villa Lara. Mi padre (Frédéric Velge) tenía un barco llamado
"Hermance", era un barco a motor, que provenía del padre de mi madre,
que mi abuelo le dio sobre 1964. Primero, el barco estuvo en Setubal y luego lo
llevó para el Algarve. Se quedaba en la ría en Portimão. En aquel momento nos
quedábamos en un hotel y navegamos en barco por la costa. Luego, en 1967, mis
padres compraron el apartamento"
Este soy yo y mi padre
montando a caballo en la
Herdade da Caveira, en abril de 1969. Él tenía un caballo
inglés que mi abuelo dio a mi padre y yo montaba la yegua del guarda. Mi padre
me enseñó a montar a caballo. Yo era todavía muy joven y mi padre me hablaba de
las cosas del campo, los nombres de los árboles y plantas. Le encantaba el
campo. Montar al paso. Era una fantástica manera de pasear y de ver el campo.
No era muy entusiasta de la doma o de dar saltos, le gustaba básicamente
pasear. En Folembray es donde teníamos los caballos para la caza de ciervos.
En Navidad íbamos a
Francia, a casa de mis abuelos. En Pascua íbamos a la casa de mi abuela, la
madre de mi madre, en Biarritz".
(Antoine Velge)
Durante
su estancia en España es cuando Frédéric adquiere uno de los vicios que
representarán su imagen de marca, fumar puros.
"En España, en
aquel momento, en la época de Franco, no había cigarrillos. Así que empezó a
fumar puros. Era algo que le gustaba hacer cuando estaba solo". (Madame
Velge)
Frederic Velge, hombre profundamente
dedicado a su trabajo, no se privaba de sus pequeños placeres:
“cuando estaba
concentrado nadie entraba en su despacho. Sólo entraba la sirvienta cuando el
pedía agua, o un "wiskyto" que
le gustaba beber. Con el Sr. Frederic Velge anduve mucho de cacerías. Le
gustaba mucho la caza. Yo iba él. Siempre tuvo sus secretarios para descargar
sus fusiles. Yo llevaba la caja de puros. Nunca se sabía cuándo quería un puro. Él cazaba mucho en
España. Lo invitaban. Era muy
aficionado a los caballos. Tenía muchos caballos en Folembray.
Cuando era la
Feria del Caballo, íbamos a Jerez. Era muy amigo de los toreros españoles: los
Domecq. Era muy amigo de esa familia. Íbamos mucho a Jerez a ver la Feria del Caballo, y a
comprar avena para los caballos… Compraba
avena y la llevaba en avión para sus caballos en Folembray. Siempre se quedaba
en un hotel cerca de la casa de Domecq, en Jerez, donde yo también me quedaba e
íbamos a ver corridas de toros". (José
Henrique Semeão)
Hombre de éxito como empresario,
Frédéric Velge mantendrá a lo largo de su vida fuertes relaciones con sus
colaboradores y con sus empleados, casi siempre gente procedente de la aldea
minera de Louzal (*22).
(*22) José Henrique Semeão, conductor de
SAPEC a lo largo de 55 años, es un ejemplo de esto. Nacido en Louzal en 1933,
comienza a trabajar a los 16 años en la mina. A la edad de 18, por iniciativa de la empresa, obtiene el
permiso de conducir y se convierte en conductor de altos directivos. Ha
conducido durante millones de kilómetros al servicio de SAPEC. Hoy, jubilado,
se considera como un miembro de la familia Velge.
"Yo tenía también mi
"entradita" para ver corridas de toros. El Sr. Velge adoraba las
corridas de toros. Era un buen aficionado, ya le digo. Yo me alegraba mucho de
almorzar con él. Le gustaba un buen vino, fumar un buen puro, y un
"whiskyto". Iba a tomarlo al aeropuerto. Cogía siempre el mismo avión
en el aeropuerto Charles De Gaulle. Llegaba al aeropuerto de Portela a las 10 horas. Cuando
yo llegaba allí, a SAPEC, sacaba las bolsas del coche, lo cerraba, y subía
hasta el quinto piso, donde se encontraba el Sr. Frederic Velge, cuando no
estaba la criada. Si estaba, ella se
encargaba de hacer el "whiskyto", y cuando no, me decía: -"¡José!
¿A que le vas a hacer un "whiskyto" a tu jefe?" Y yo -"Sr.
Frederic Velge, por supuesto." Después le hacía el "whiskyto" y bebía. -"¿Y ya no falta nada más?"
Ahora se refería al puro. El "whiskyto y el puro, las dos cosas que al Sr.
Frederic Velge más le gustaba hacer.
Cuando íbamos a Madrid
yo me quedaba siempre en el Hotel con el Sr. Frederic Velge. Con el Sr.
Truphême igualmente. Iba al hotel Palace y también me alojaba en el hotel
Palace. Me quedaba siempre donde ellos se quedaban o en un lugar próximo. En
aquella época no había teléfono como hay ahora. No había manera de comunicarse
como ahora." (José Henrique Semeão)
Mientras
tanto, en las minas de Tharsis y en las empresas restantes, los negocios iban
de maravilla. Su amigo y colaborador Günter Strauss es hombre experimentado y
de constatadas capacidades. La producción no deja de aumentar. La familia en
Madrid se adapta a su nueva vida, y Frederic Velge, ahora con 40 años, es un
empresario con una vida intensa.
"Era un hombre
esencialmente de acción, no de mirar balances, o de estar puesto al teléfono en
el despacho. Por ejemplo, hoy en día, si él estuviera vivo al frente de los
negocios, entre hacer una reunión y hacer una llamada telefónica, él prefería
hacer una reunión. Entre ordenar venir a cuatro o cinco personas desde Madrid
para tener una reunión en Lisboa, si él estuviera viviendo en Lisboa, él se iba
a Madrid. Le gustaba ver a la gente, ver cómo andan las cosas, saludar a la
secretaria, al chófer. A lo largo de su vida, su actitud era siempre ir al
sitio.
Tenía una salud de
hierro. Tuvo toda su vida una salud de hierro. Nunca fue al dentista. Fumaba muchos puros y tenía los dientes
negros. Siempre recuerdo a mi padre con los dientes negros, pero nunca fue al
dentista. Es algo fantástico. Ni tuvo problemas de vista, nunca usó gafas para
nada. En la fase final de su vida ya usó gafas por la vejez, pero nunca usó
gafas para miopía ni nada. Es decir, no recuerdo que mi padre tuviera nunca un
serio problema de salud. Tuvo hepatitis cuando llegó a Madrid, en el 63 o 64.
Estuvo un tiempo medio pachucho... pero nunca recuerdo a mi padre haber tenido
una gripe ni nada. Es decir, mi padre era una máquina de trabajar. Tenemos una
agenda de él, del año 1969 cuando estaba en Bélgica, donde está anotado más de
150 días de viaje al año."
(Antoine Velge)
Esta
característica de hombre de acción, siempre dispuesto a lanzarse a nuevos retos
y acumular trabajo, marcará el liderazgo de Frederic Velge en sus empresas.
Esta es también la razón de su éxito como empresario, como emprendedor que sabe
que todo está en constante cambio y que siempre tiene que partir hacia nuevos
rumbos.
"Creo que mi padre
tenía esta característica innata. Un sentido común, un sentido humano, etc.
Esto era una característica suya que tal vez provenía de mi abuela, que también
era una persona muy humana, que no sé si eso puede ser un poco hereditario.
Pero creo que mi padre
también heredó aliento y voluntad de lucha. Creo que la gente que vi en mi vida
que tienen voluntad de pelear y son luchadores, son personas que pasaron por
periodos difíciles. Normalmente cuando se pasa hambre, y cuando se dice hambre
puede no ser hambre física, sino como voluntad de cambiarse a uno mismo, o para
demostrar a los padres o a alguien que se es alguien, esta voluntad es una fuerza que se hace notar.
Él fue una persona que pasó su vida, yo diría, "torturado" con eso de
los retos, retos y más retos. Con aquella necesidad de tener que demostrarse a
sí mismo y, tal vez, probar a otros aquello de lo que era capaz. Era capaz de
aceptar cualquier reto".
(Antoine Velge)
Y
esta insatisfacción permanente, este amor al trabajo y a las fuerzas creativas
serán las que motiven los cambios de Frederic Velge. Si al principio su padre
es quien le lanza los retos, ahora Frédéric Velge está maduro para retarse a sí
mismo.
"Mi
padre creo que fue un poco el hijo no querido de mi abuelo. Porque el hijo
querido fue un poco Marc, que estaba soltero, en aquel momento estaba destinado
a ir a vivir a la Quinta
do Anjo, cuando se casase. Sin embargo él no se casó y se quedó a vivir con su
padre en Quinta de Aires y debe haber creado allí mayor intimidad con el padre.
Entonces el padre debe haber dicho: -¡Oye! Ahora tú vas a trabajar a la fábrica
y vas para esto. Mi padre, cuando llega a Portugal, llamado por mi abuelo,
tiene el reto de Louzal, pero nadie creía en él. O mi abuelo posiblemente no
creía en él. Y cuando mi padre consiguió lo que consiguió en Louzal pudo haber
dicho a mi padre:
¡Oye!
Ahora vas a hacerte cargo de SAPEC". ¡Pero no! SAPEC era la casa reservada
para mi tío Marc. Y así un nuevo reto. Una mina, una empresa allí en el fin del
mundo, fue para Frédéric. Y cuando era en España, fue para Frédéric. O sea, mi
padre nunca tuvo la oportunidad de entrar en la casa reservada de mi abuelo, y
mi tío Marc, que era de echo SAPEC en Setúbal. Por eso mi padre anduvo
aceptando constantemente los retos de mi abuelo. Mi abuelo sólo le daba retos
difíciles. Puede ser visto desde un punto de vista positivo: "¡Frédéric!
Vamos a ver si puedes resolver esto". (Antoine
Velge)
Con
42 años de edad, Frederic Velge acepta otro reto y parte para asumir nuevos
negocios en Bélgica, sin perder la conexión con la casa paterna.
Continuará...