jueves, 13 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

En estas próximas fiestas, desearos que tengáis una feliz Navidad y un prospero año nuevo.  Ya nos gustaría que la situación estuviera más optimista para esperar que pasadas estas fechas, todos  volvieran a su vida diaria, a sus quehaceres. Que las preocupaciones por el futuro no nos atenace por más tiempo.
Lo dicho. Feliz Navidad. Que 2013 no venga tan pesimista como se nos va este año. No volveremos por aquí hasta después de Reyes. Salud para todos.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

RECUERDOS DEL MES DE DICIEMBRE


Este mes de diciembre, festivo por antonomasia, nos ha traído también los primeros fríos. Nos hacen recordar cuando en las casas nos calentábamos con el brasero de picón. O algún que otro infernillo, que se solía poner bajo la mesa camilla. Artilugios que alguna vez tuvimos que reparar cambiándole la resistencia, o empalmando los extremos para seguir aprovechándola. Y es que antes, el suministro eléctrico lo recibíamos de la Compañía, pero solo a partir de la tarde. Para cocinar había que recurrir al carbón o al “petroman”. 

Las habitaciones nos parecían neveras, de lo fría que estaban. Y para dormir nos echábamos tanto peso encima, hasta la pelliza del abuelo, que moverse nos costaba trabajo. Por eso, cuando nuestra madre nos llamaba para ir al colegio, abandonábamos rápidamente la cama para vestirnos todavía más rápidos. El trayecto hasta la Escuela Grande era sentir el frio en todo el cuerpo, y no se nos quitaría hasta llegar a clase. 

Eran días de carámbanos. Lo comprobábamos en el hielo que se formaba en la palangana si la habíamos dejado con agua a la intemperie. En la estatua que se había formado al congelarse una prenda tendida en el alambre. O en que el papel de estraza parecía estar rígido, como almidonado. Cualquier pequeño regajo se congelaba, y encontrábamos diversión en hacerlos crujir bajo nuestros pies escuchando el ruido al romperse. Cruzábamos el patio en dirección a la clase de Doña Pepita. Antes estaba la de D. Francisco, a la que iban alumnos mayores. Al abrir la puerta, el permiso para entrar se solicitaba exclamando: “Ave María Purísima” y se concedía replicando: “Sin pecado concebida”. Costumbre esta arraigada en otros pueblos cercanos y utilizada incluso para acceder a casa particulares. Con el tiempo, mentar a la virgen se fue sustituyendo por el “se puede”, o “con permiso”. 

Las aulas de la Escuela Grande, donde se impartían las clases, tenían chimeneas, y en acarrear o partir algunos troncos participamos alguna vez. Aunque esto, ya en la clase de Don Gonzalo. Así, al fuego de la lumbre, empezábamos muchas veces la lectura de “Vidas ejemplares”. Que ese creo recordar que era el título del libro. Abandonábamos la clase para salir al recreo, al toque de campana, y muchas veces vimos pasar las locomotoras arrastrando vagones cargados de mineral que trasladaban desde Sierra Bullones para llevar a Corrales. Una vez se comentó que había ocurrido un descarrilo antes de llegar al puente Negro, y un grupo de alumnos, al salir de clase, hasta allí nos fuimos andando. Otras veces nos íbamos a los eucaliptos que había por bajo de la escuela, al comienzo de los huertos. También había por allí los restos de un lavadero público, similar al que estaba cerca del cine, pero nosotros no lo conocimos techado. 

Una tarea que teníamos que hacer en aquella época era fabricar la tinta que utilizábamos. Para ello nos tenia que autorizar el maestro, y provistos de una botella que llenábamos de agua en el grifo que había en el patio, una vez que le introducíamos los polvos se volvía de color azul. Después se repartía entre los tinteros que había en los pupitres, donde mojábamos la plumilla, teniendo a mano el papel secante, porque a veces las plumillas se nos despuntaban y hacíamos borrones. Con el pizarrín no se hacían ninguno, pero la pizarra se quedaba para los más chicos. 

A la salida de la escuela se formaban grupos en tres direcciones: Quienes vivían por la parada de damas, casino Viejo, o el Corralón. Quienes vivían por el “Coto” y la plaza; y quienes íbamos por la cuesta abajo del “vacie” hacia la plaza de San Benito, Casas Nuevas, o alrededores de la Posada.  

Pero este mes tenía sus alicientes, que empezaban el día 4 con Santa Bárbara. Después, los premios que otorgaba la Compañía a los alumnos y que entregaba personalmente la “señorita”; y las esperadas fiestas de Navidad y Año Nuevo, donde nos reuníamos en familia con tíos y primos.