Gran tristeza produce leer el titular que estos días aparecía en la prensa sobre el posible cierre del caso Marta del Castillo, la joven asesinada y hecha desaparecer en Sevilla.
Después de cinco meses de búsqueda y la movilización de tantos recursos. Cuando los padres albergaban la esperanza que el cadáver de su hija apareciera en el río Guadalquivir, pero la larga espera sin resultado les trajo más ansiedad. Después se buscó en el vertedero, donde se creyó que por fin aparecería, pero no fue más que continuar con su desesperanza.
Otros acontecimientos relacionados con este caso no hace si no que sintamos vergüenza ajena por comprobar el precipicio moral al que caminamos. Porque si lamentable es que la policía confesara que no tienen “ni puta idea” de donde está el cadáver de Marta, la misma policía que se enfrenta a los terrorista de eta, y todo porque sus asesinos, “niñatos de mierda”, les ningunean.
Mucho más grave, incomprensible, y que retrata miserablemente lo que somos y lo que tenemos, es que se cierre el caso Marta del Castillo sin que aparezca el cadáver, cuando hay un asesino confeso. Es para tirarse de los pelos por no decir una barbaridad.
Que el descenso de un equipo de fútbol, el Betis, concentre a decenas de miles de personas y sin embargo el apoyo a Marta y a su familia no llegaran a 4000.
Cuando los políticos, esos que viven a nuestra costa y donde la corrupción y los favores a familiares más se parece a la “cosa nostra”, rechazan ampliar las condenas para quienes teniendo menos de 18 años asesinan y matan como consumados sicarios. Cuando, además, el juicio lleva camino de celebrarse con jurado popular. Jurado popular tan demostrado que ni entiende de justicia ni quiere entender, y tan comprobado que participa en estos juicios por imperativo legal, pero nunca llevaran a la sala la opinión de la calle.
Ahora por Marta, antes por Mari Luz y otras muchas, como decía un cartel: “mañana puede ser tu hija” ¿Qué más podemos hacer si los tres millones de firmas para elevar las condenas de estos asesinos no han servido para nada?
Después de cinco meses de búsqueda y la movilización de tantos recursos. Cuando los padres albergaban la esperanza que el cadáver de su hija apareciera en el río Guadalquivir, pero la larga espera sin resultado les trajo más ansiedad. Después se buscó en el vertedero, donde se creyó que por fin aparecería, pero no fue más que continuar con su desesperanza.
Otros acontecimientos relacionados con este caso no hace si no que sintamos vergüenza ajena por comprobar el precipicio moral al que caminamos. Porque si lamentable es que la policía confesara que no tienen “ni puta idea” de donde está el cadáver de Marta, la misma policía que se enfrenta a los terrorista de eta, y todo porque sus asesinos, “niñatos de mierda”, les ningunean.
Mucho más grave, incomprensible, y que retrata miserablemente lo que somos y lo que tenemos, es que se cierre el caso Marta del Castillo sin que aparezca el cadáver, cuando hay un asesino confeso. Es para tirarse de los pelos por no decir una barbaridad.
Que el descenso de un equipo de fútbol, el Betis, concentre a decenas de miles de personas y sin embargo el apoyo a Marta y a su familia no llegaran a 4000.
Cuando los políticos, esos que viven a nuestra costa y donde la corrupción y los favores a familiares más se parece a la “cosa nostra”, rechazan ampliar las condenas para quienes teniendo menos de 18 años asesinan y matan como consumados sicarios. Cuando, además, el juicio lleva camino de celebrarse con jurado popular. Jurado popular tan demostrado que ni entiende de justicia ni quiere entender, y tan comprobado que participa en estos juicios por imperativo legal, pero nunca llevaran a la sala la opinión de la calle.
Ahora por Marta, antes por Mari Luz y otras muchas, como decía un cartel: “mañana puede ser tu hija” ¿Qué más podemos hacer si los tres millones de firmas para elevar las condenas de estos asesinos no han servido para nada?
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