La semana pasada nos hicieron llegar la revista que la Asociación Cultural San Antonio de Padua de Alosno editó el pasado mes de Mayo para la festividad de su romería.
Era con la indicación que leyéramos un artículo que hablaba del ferrocarril de Tharsis. Nos pareció interesante que también desde Alosno se reivindique su recuperación y nos pusimos en contacto con su autor para solicitar su autorización y publicarlo en nuestro blog. Manuel Macías, que dedica el artículo a su hija, nos informó que en su tiempo libre se dedica a investigar sobre la historia de su pueblo, tan unida al nuestro por más de un siglo.
Desde aquí le animamos a que siga investigando y que ojala podamos revivir ese viaje en tren, aunque sea hasta “San Bartolomé".
VIAJANDO EN EL PASADO. Por Manuel Macías Pérez
Era con la indicación que leyéramos un artículo que hablaba del ferrocarril de Tharsis. Nos pareció interesante que también desde Alosno se reivindique su recuperación y nos pusimos en contacto con su autor para solicitar su autorización y publicarlo en nuestro blog. Manuel Macías, que dedica el artículo a su hija, nos informó que en su tiempo libre se dedica a investigar sobre la historia de su pueblo, tan unida al nuestro por más de un siglo.
Desde aquí le animamos a que siga investigando y que ojala podamos revivir ese viaje en tren, aunque sea hasta “San Bartolomé".
VIAJANDO EN EL PASADO. Por Manuel Macías Pérez
Nos trasladamos en el tiempo a las últimas décadas del siglo XIX y a las primeras seis décadas del siglo XX y rescatamos del olvido un pedazo de nuestra historia que aún sigue latiendo en la memoria de nuestros mayores. “Viajar a Huelva en el tren minero”.
Al principio la llegada de este tren como medio de transporte supuso un gran acontecimiento, cargado de progreso y comodidades. Hoy con el paso del tiempo se ve desde otra perspectiva.
En esas fechas era el único medio de transporte, sin contar con el de la caballería. Era el más usado, al principio por no existir “la camioneta” y después por su elevado precio, unido al mal estado en que se encontraban las carreteras, estrechas, llenas de baches y curvas peligrosas.
Para coger el tren había dos alternativas: o cogerlo en la estación del Cobujón que dista a 13 Km. de Alosno, y había que realizarlo andando, pero con la ventaja que llegaba directo a Huelva; o cogerlo en la estación de Alosno, que estaba situada mucho más cerca, a 4 Km., pero con el inconveniente que había que hacer trasbordo en el muelle de Corrales, para cruzar la Ría en canoa, cuyo único motor eran los remos. Aun así esta última alternativa era la preferida por los alosneros.
De Alosno se partía de madrugada, la mayoría realizaba el trayecto hacia la estación andando, cruzando las riveras de noche andando por un raíl. Los que se lo podían permitir en coche de caballo, guiado magistralmente por Blas Garfia, más conocido por Blas “el del coche”, (hermanastro de Bartolo el de la “Tomasa”) años más tarde seria el primer conductor de autobuses de la empresa “Damas” en Alosno.
Al llegar al tren, muchas veces había que permanecer de pie, ya que venia completo de pasajeros de la mina de Tharsis, que era de donde partía. El tren iba cargado de mineral y en la cola se situaban los vagones de los pasajeros, que eran cuatro (estos vagones se añadían a los vagones de mineral cuando era solicitado por un numero de pasajeros). En aquella época las clases sociales estaban muy diferenciadas y el tren no iba a ser menos, existía un vagón reservado para los ingleses, que según mis narradores era precioso, lleno de lujo y comodidades (era el primero de los cuatro).
Las recoveras como Dolores “la bizcochera”, Ana Ceto, Manuela “la de la leche”, etc. Aprovechaban este transporte para vender su mercancía en la capital y así podían ganar algunos reales.
Para que nos hagamos una idea de aquellos difíciles años, en 1942, se ganaba al mes alrededor de 500 pesetas y el tren le costaba a los mineros siete gordas y al resto de los pasajeros 1 peseta, a los que había que añadir seis reales que costaba sacar el salvoconducto en el cuartel de la guardia civil (el salvoconducto fue obligatorio después de la guerra civil), más dos reales que costaba la canoa. Como es de comprender no se iba a Huelva todos los días, solo en muy justificadas ocasiones (visitar a la familia, médico, comprar, etc.)
Llama la atención que en esa época llena de carencia cuando más se cogía el tren era en las proximidades de las fiestas de la Cruz de Mayo, que se desplazaban las muchachas a la capital a comprarse zapatos, telas para el vestido y hacerse la permanente. El tren por unos días se llenaba de alegría, de vida, de música, ya que la mayoría iban acompañadas de sus inseparables panderetas (para cuando se dejará en Alosno, un monumento a la mujer tocando la pandereta).
El viaje era toda una aventura lleno de riegos y peripecias, se llegaba a Huelva casi al mediodía con el cuerpo desencajado de la canoa y la cara y ropa toda tizná del tren (la maquina del tren andaba con carbón y en la cuesta debía de apretar para poderla subir, eso hacia que expulsara más carbonilla de la cuenta con las consecuencias que los que iban en el ultimo vagón acababan todos negros).
Para estar escasamente unas horas en Huelva, había que estar todo el día viajando, no me quiero imaginar un viaje al extranjero.
Hoy día, de Alosno a Huelva, en coche se tarda algo más de media hora.
Pero esa maquina de hierro hacia que los alosneros traspasaran aunque fuera unas horas ese mundo de sueños e ilusiones y recorrieran las tiendas de la vieja Onuba, que comparada con las del pueblo eran grandes centros comerciales. Ese tren era como un milagro que conseguía sacar a todos de la rutina diaria.
Por eso animo a la asociación “Amigos de Tharsis, Ernesto Deligny” a que no decaigan en su empeño de hacer realidad aunque ya en plan turístico la restauración del trazado del tren minero desde Tharsis a Corrales, seria un placer cogerlo aunque solo sea por revivir lo que nuestros antepasados estaban obligados a realizar para salir de su pobre entorno.
Al principio la llegada de este tren como medio de transporte supuso un gran acontecimiento, cargado de progreso y comodidades. Hoy con el paso del tiempo se ve desde otra perspectiva.
En esas fechas era el único medio de transporte, sin contar con el de la caballería. Era el más usado, al principio por no existir “la camioneta” y después por su elevado precio, unido al mal estado en que se encontraban las carreteras, estrechas, llenas de baches y curvas peligrosas.
Para coger el tren había dos alternativas: o cogerlo en la estación del Cobujón que dista a 13 Km. de Alosno, y había que realizarlo andando, pero con la ventaja que llegaba directo a Huelva; o cogerlo en la estación de Alosno, que estaba situada mucho más cerca, a 4 Km., pero con el inconveniente que había que hacer trasbordo en el muelle de Corrales, para cruzar la Ría en canoa, cuyo único motor eran los remos. Aun así esta última alternativa era la preferida por los alosneros.
De Alosno se partía de madrugada, la mayoría realizaba el trayecto hacia la estación andando, cruzando las riveras de noche andando por un raíl. Los que se lo podían permitir en coche de caballo, guiado magistralmente por Blas Garfia, más conocido por Blas “el del coche”, (hermanastro de Bartolo el de la “Tomasa”) años más tarde seria el primer conductor de autobuses de la empresa “Damas” en Alosno.
Al llegar al tren, muchas veces había que permanecer de pie, ya que venia completo de pasajeros de la mina de Tharsis, que era de donde partía. El tren iba cargado de mineral y en la cola se situaban los vagones de los pasajeros, que eran cuatro (estos vagones se añadían a los vagones de mineral cuando era solicitado por un numero de pasajeros). En aquella época las clases sociales estaban muy diferenciadas y el tren no iba a ser menos, existía un vagón reservado para los ingleses, que según mis narradores era precioso, lleno de lujo y comodidades (era el primero de los cuatro).
Las recoveras como Dolores “la bizcochera”, Ana Ceto, Manuela “la de la leche”, etc. Aprovechaban este transporte para vender su mercancía en la capital y así podían ganar algunos reales.
Para que nos hagamos una idea de aquellos difíciles años, en 1942, se ganaba al mes alrededor de 500 pesetas y el tren le costaba a los mineros siete gordas y al resto de los pasajeros 1 peseta, a los que había que añadir seis reales que costaba sacar el salvoconducto en el cuartel de la guardia civil (el salvoconducto fue obligatorio después de la guerra civil), más dos reales que costaba la canoa. Como es de comprender no se iba a Huelva todos los días, solo en muy justificadas ocasiones (visitar a la familia, médico, comprar, etc.)
Llama la atención que en esa época llena de carencia cuando más se cogía el tren era en las proximidades de las fiestas de la Cruz de Mayo, que se desplazaban las muchachas a la capital a comprarse zapatos, telas para el vestido y hacerse la permanente. El tren por unos días se llenaba de alegría, de vida, de música, ya que la mayoría iban acompañadas de sus inseparables panderetas (para cuando se dejará en Alosno, un monumento a la mujer tocando la pandereta).
El viaje era toda una aventura lleno de riegos y peripecias, se llegaba a Huelva casi al mediodía con el cuerpo desencajado de la canoa y la cara y ropa toda tizná del tren (la maquina del tren andaba con carbón y en la cuesta debía de apretar para poderla subir, eso hacia que expulsara más carbonilla de la cuenta con las consecuencias que los que iban en el ultimo vagón acababan todos negros).
Para estar escasamente unas horas en Huelva, había que estar todo el día viajando, no me quiero imaginar un viaje al extranjero.
Hoy día, de Alosno a Huelva, en coche se tarda algo más de media hora.
Pero esa maquina de hierro hacia que los alosneros traspasaran aunque fuera unas horas ese mundo de sueños e ilusiones y recorrieran las tiendas de la vieja Onuba, que comparada con las del pueblo eran grandes centros comerciales. Ese tren era como un milagro que conseguía sacar a todos de la rutina diaria.
Por eso animo a la asociación “Amigos de Tharsis, Ernesto Deligny” a que no decaigan en su empeño de hacer realidad aunque ya en plan turístico la restauración del trazado del tren minero desde Tharsis a Corrales, seria un placer cogerlo aunque solo sea por revivir lo que nuestros antepasados estaban obligados a realizar para salir de su pobre entorno.
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