viernes, 19 de junio de 2009

ALLÁ EN EUROPA



Tenemos un conocido que, al igual que muchos de nosotros, se trasladó a la capital a finales de los 70 en busca de futuro, difícil de encontrar en su pueblo. Nos solemos encontrar por la calle de vez en cuando, ya que vivimos a escasos cien metros uno del otro. Nuestros encuentros nos llevan a “echar el cigarrito” hablando de asuntos diversos. La última vez que nos vimos sacó la conversación sobre las pasadas elecciones europeas y lo que le había ocurrido a un familiar suyo del pueblo.
Resulta que el partido con el que llevaba colaborando desde hace años, aunque de forma esporádica, se ha tirado los trastos con el que gobierna y él, que trabaja para el Ayuntamiento, le entró la zozobra cuando le pidieron que les representara en una mesa electoral. Estuvo barajando las excusas que exponer para rechazar semejante invitación: desde inventarse a un familiar enfermo, cosa imposible porque en el pueblo se conocen todos; a un asunto laboral, también difícil de creer porque todos saben cual es su tarea y su horario.
Así estuvo más de una semana el familiar de nuestro vecino, sopesando las consecuencias que tendría para su vida presentarse como apoderado o interventor en una mesa electoral por un partido distinto, “enemigo”, del que le facilitaba el empleo.
Este familiar le relataba encontrase en una encrucijada, porque, por un lado quienes les pedían que le representara conocían de su arrojo y valentía para oponerse a cualquier injusticia. Aunque nunca había desempeñado cargo político alguno, su opinión era tenida en cuenta. Y por otro lado, el hombre decía lamentarse no sin razón:
-Si tomo la decisión de representar a la oposición, tan a la vista de todos y del propio alcalde, mi puesto de trabajo peligra con toda seguridad. ¿Y donde voy con la edad que tengo?
Algunos pormenores más nos fue relatando, y tanto nos metió en el asunto este vecino nuestro, que estábamos deseosos que llegara al desenlace, si es que lo había. Nos dijo que sí, que su familiar acudió al representante del partido que le hiciera la invitación y le confesó abiertamente que tenia miedo, que no quería aparecer públicamente representando a un partido denigrado y vilipendiado por el propio alcalde. Que le importaba su mujer y sus hijos. Que sabia que era un síntoma de cobardía, de falta de democracia, pero que él no podía cambiar la realidad, que muchos allí eran responsables por consentir lo que venia sucediendo.
También quisimos saber si el partido del alcalde tenía dificultades para nombrar representantes.
-En absoluto, tienen que rechazar a voluntarios.
Nos hizo después una valoración sobre las elecciones europeas, donde expuso su opinión para la victoria de unos y la derrota de otros, así como de la alta abstención, donde coincidimos.
Sí que nos aportó un argumento muy interesante e inquietante sobre la relación que tendremos en el futuro con Europa. Se refería al grado de autogobierno al que en España han llegado todas las autonomías (coincidimos en llamarlas taifas). Donde el estado ha transferido competencias en todos los ordenes: sanidad, educación, infraestructuras, policia, servicios, etc., y donde nuestra integración en Europa obligará al gobierno a aplicar y hacer cumplir las leyes que emanen del parlamento Europeo pero, sin autoridad ni competencias ninguna por tenerlas transferidas, poco podrá obligar.
También nos hizo observar sobre el termino: “política común” que tanto se predica en Europa pero que choca con la realidad de España, donde la financiación de las 17 autonomías suponen una situación de desequilibrio y asimetría que no predican en Europa; con el agravante en nuestro caso, que contradice una normativa de rango superior como la Constitución Española, que reconoce la igualdad de todos los españoles y el Estatuto catalán va a derogar de hecho.
Terminamos el “cigarrito” hablando que ya tenemos aquí la luz y el calor del verano. En contraste con lo negro y tormentoso que se nos presenta lo que no es el tiempo y hacia la corrupción general que vamos encaminado

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