viernes, 6 de febrero de 2009

VIVA JAUJA


Ese país mitológico, tan mencionado durante siglos, era la aspiración de nuestros antepasados, y no era para menos. Se decía que los habitantes de Jauja eran seres privilegiados. No tenían que trabajar, la subsistencia la tenían al alcance de la mano, con árboles repletos de viandas; todo tipo de frutas, pavos rellenos, cochinillos asados.
Sus ríos eran de leche fresca y del mejor de los vinos, que surcaban entre montañas de queso. No necesitaban más que una navaja para despacharse a gusto de todos los manjares. Después de haberse saciados como auténticos gorrinos, una placida soñolencia los trasladaba en brazos de vírgenes huríes. Cuando despertaban, vuelta a empezar. De dirigir los destinos de Jauja se encargaba un concejo de sabios, todos bondadosos, ecuánimes y sacrificados. Otras cuestiones no se relatan en las crónicas de la época.
Pues aquí marchamos ya por la senda de convertirnos en la Jauja del siglo XXI, donde el proletariado conquistará la plena felicidad, gracias a las sabias decisiones de nuestro Gobierno, presidido por el más proletario y rojazo de todos, el camarada Iósif Zapatero.
Estamos a punto de conseguirlo, pero al revés. Si en la Jauja medieval no era necesario trabajar, en la Jauja España no se trabaja porque no hay donde. Si en la Jauja medieval te entraba la soñolencia y la modorra, después de atiborrarte a comer, aquí tenemos el muermorron, (el más grande de los muermos) teniendo cada vez menos que llevarnos a la boca, lo que nos traslada a una quietud celestial y borreguil. Y para sacudirnos la resignación aplicamos la sabiduría de nuestro verbo combativo y vehemente: "Las penalidades que aquí sufres, para el más allá te lucen" Amén.

No hay comentarios: