jueves, 2 de abril de 2015

LIBRO DE OBREROS DESPEDIDOS. Tharsis, 1878-1917. Y 3ª Parte



CONCLUSIÓN

Las anotaciones del LIBRO DE OBREROS DESPEDIDOS abarcan un periodo de tiempo de 39 años, 1878-1917, significativo para poder valorar e interpretar algunas cuestiones. Aunque no lo hemos leído con ninguna hipótesis a priori para poder extraer conclusiones definitivas, a las que hemos llegado las exponemos aquí para vuestro conocimiento, pero entendiendo que se requeriría un estudio más profundo y comparativo.
Aún pudiendo suponer que la Compañía tenía recogido en algún decálogo de conocimiento público, las normas de obligado cumplimiento en el trabajo y para la convivencia en el poblado, esto debería constatarse. Así como las sanciones que acarreaban su incumplimiento, que incluían el desalojo de la vivienda.

Para valorar en su justa medida la graduación de las penas aplicadas habría que compararse con poblaciones similares. Por ejemplo: ¿Qué nivel de violencia, de delincuencia, se producía en pueblos de alrededores en comparación con Tharsis?
Comparar también el tratamiento penal y social que recibían en los pueblos de alrededores idénticas faltas a las cometidas en Tharsis: el robo, el adulterio, alcoholismo, violencia domestica, empleo de armas, violencia vecinal, desacato a la autoridad, engaño a los clientes, falsificación de documentos, etc.
Si en esos otros pueblos se cumplían las condenas impuestas, y en qué plazos. Tampoco debe olvidarse que Tharsis aún constituía una comunidad en formación, con poco arraigo de pueblo. Quizás también con pocos lazos familiares entre los vecinos. O con ideas muy diferentes en cuestiones sociales, políticas, o morales.

No haría falta mucha publicidad de los perjuicios que conllevaba el incumplimiento de las normas. Teniendo en cuenta que en aquella época tener un empleo que no dependiera de la climatología o de algún cacique, era casi un privilegio, perderlo, una desdicha.
Ni tenemos motivos para pensar que aquello fuera el "viejo Oeste", pero quienes habían invertido su dinero en el negocio minero querían sacar la máxima rentabilidad al menor coste y conflictos posibles.

1)- Durante ese periodo se observa una misma trama argumental para valorar lo que se consideran faltas, sean en el ámbito laboral, de convivencia, o moral.

2)- Todas estas faltas fueron interpretadas por la Compañía de comportamientos rechazables, que deterioraban la relación laboral y de convivencia, asumiendo la responsabilidad de erradicarlas, lo que pudo acarrearle desprestigio y ataques, también desde el sindicalismo y la política. (Para valorarlos seria necesario un conocimiento mas detallado de los casos)

3)- Tampoco pasamos por alto la influencia de la Compañía de Tharsis, no solo a nivel económico, también político. Representada a altos niveles en Huelva capital y en Madrid. Aunque su influencia a este respecto, con ser importante, estuvo muy por debajo de la muy influyente Riotinto.

4)- Estas medidas debieron influir en toda una generación, que tuvo que adaptarse a unas normas de comportamientos que les eran exigidas, incluso fuera del ámbito laboral.

5)- La rigidez en la observancia de un determinado comportamiento, en el trabajo y en el poblado, no desmerece la actuación llevada a cabo en el ámbito social para proporcionar otros servicios: vivienda, educación, cultura, lugares de recreo, etc.

6)- Esta dualidad, de autoritarismo y paternalismo, debe contemplarse, en nuestra opinión, primero y fundamental como una necesidad de supervivencia. Quienes regían la dirección de la Compañía de Tharsis tenían que rendir cuentas ante un consejo de Administración, pendientes de un balance de resultados. En segundo lugar, a los máximos responsables de la dirección en aquellos tiempos, les suponemos portadores de una ética, de unos valores, que no solo por necesidad, también por principios, pensamos, quisieron establecer.

7)- ¿Cuanto de sinceridad había en esos comportamientos? ¿Cómo nos contemplaron realmente jefes y directivos? Son interrogantes que están por resolver y que ojala despertaran interés. Porque, si de sentido común es hablar con propiedad de las cosas, cuando de historia se trata, es necesario, además, hablar con justicia, y para ser justos hace falta conocer. Este es nuestro gran problema, que mostramos poco interés por conocer.


FIN

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