jueves, 4 de abril de 2013

LA MINA DEL ORO DE THARSIS, 1941. 2ª Parte



Continuamos con la crónica empezada el 28 de Febrero  sobre la Mina del oro de Tharsis y que habíamos suspendido.  1º para publicar el escrito de Francisco Gómez Soria, y 2º para dedicarnos a preparar el 160 Aniversario.
Francisco nos comunica que nos hará llegar la resolución que recaiga a sus denuncias.

Estrenamos también nueva portada del blog. Este es un cuadro de una entrañable vista de Tharsis pintado por Santiago Gallardo, que  nos hizo llegar su hijo Paco.

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LA MINA DEL ORO DE THARSIS, 1941. 2ª Parte

Los residuos ya calcinados los depositaban sobre el mismo terreno y estos son precisamente los que actualmente tienen en tratamiento la Compañía para extraerles el producto que ellos, por los medios rudimentarios que debieron emplear en aquella época, no pudieron obtener.

Desde la ladera en que se montaron las modernas instalaciones, contemplamos el intenso trabajo de los nuevos “buscadores de oro”. Las pequeñas vagonetas se cruzan en sucesión interminable, y a nuestra espalda el ruido ensordecedor de trituradoras, émbolos, y poleas, es una nota más en el bello paisaje mutilado que dora piadosamente el buen sol de primavera.

Don Juan M. Muir director de la Compañía, y nuestro buen amigo don Cayetano Salamanca, alto empleado de Administración, atienden con toda amabilidad nuestras preguntas, facilitándonos los datos precisos que anotamos cuidadosamente.

Los concentrados húmedos que se obtienen alcanzan una riqueza de 40 kg de oro y 350 de plata por tonelada, habiéndose conseguido algunos concentrados secos de 90 kg de oro y 800 de plata. Ya mencionamos la producción del último año de 1940 que alcanzó 303 kg de oro y 3.970 de plata.

La total purificación de los metales hasta convertirse en barras se verifica en Inglaterra, y su valor neto en libras esterlinas está obligada la Compañía a entregarlo al Instituto Español de Moneda Extranjera.

Como ejemplo del alto valor que alcanza los concentrados auro-argentíferos, hemos recabado datos de una de las últimas facturaciones de Tharsis: 1.367 kg en húmedo producen en cáscara 993 kilos de mineral y su importe asciende a 5.277 libras esterlinas.

Nada sabemos y nadie nos dijo cómo se obtienen los metales puros en Inglaterra. Por ello hemos de limitar nuestra información a los concentrados obtenidos en España, deteniéndonos allí donde las cajas precintadas desaparecen en las bodegas de un barco inglés.

La necesidad de fijar nuestra atención en las minas de Tharsis hace también que dejemos de consignar datos muy curiosos e interesantes relativos a Río Tinto y, en general, las posibilidades de explotaciones auríferas en la provincia de Huelva, la primera región productora de este metal en España, según los recientes estudios de la Comisión técnica designada a tal fin que preside  el prestigioso ingeniero don  Juan Hereza.
 
EL ORO DE THARSIS EN LA HISTORIA

Observando la complicada instalación, y los costosos procedimientos para lograr la relativamente escasa producción de metales nobles que hemos señalado, asombra pensar el profundo conocimiento que debieron tener los antiguos en aquellas remotas edades, para ir directamente a los yacimientos más ricos, encontrando y beneficiando con los más rudimentarios sistemas  las menas auríferas de que habla la leyenda.

Se ha puesto en duda que hubiese en realidad oro en Tharsis en tiempos de fenicios y romanos. Ya hemos explicado cómo la voz Tharsis era una expresión vaga más que un lugar concreto de la Turdetania. Aseguran algunos que la fama aurífera de Tartesio fue motivada a que en la ría de Onuba cargaban las naves fenicias, junto con el cobre de estas minas, el oro traído de Asturias y el estaño de las Casiterides.

Es indudable que fue principalmente el cobre lo que movió a los hombres de edades remotas a arañar nuestras tierras, encontrando después el oro como un inesperado regalo.

Entre los útiles encontrados en los viejos socavones de Alosno, figura un escoplo de piedra toscamente tallado, que revela la existencia protohistórica de trabajos mineros.  Corresponden por ello los primeros indicios de tales labores al principio del periodo cuaternario.

Nada sabemos de aquellas razas primitivas ni aún de la llegada a nuestro suelo de los llamados tartesios, pueblo íbero que ya los estimaba Estrabón "los mas doctos de los españoles, pues usaban gramática y monumentos escritos de mucha antigüedad, y poemas y leyes en verso de   6000 años ha, según dicen".

En realidad, son los íberos los que tienen la primacía de beneficiar los criaderos ferro-cobrizos de la provincia de Huelva, para lo cual emplearon conjuntamente instrumentos de hierro y piedra, aprovechando el procedimiento de trabajo de los nativos. Se supone que la calcinación casual de algunas menas, originó el principio de la fundición de los metales.

LOS FENICIOS

Dijimos anteriormente que los mercaderes fenicios conocían desde muy remotos tiempos las riquezas de Iberia. No está señalada con exactitud la fecha de arribada a nuestras costas de la emprendedora raza asiática. Herodoto dice que "en el VIII siglo antes de Jesucristo una nave de Samos cruzó el estrecho y llegó a Tartesos".

Imposible llegar a un acuerdo entre los diferentes autores que estudiaron el tema, aunque todo hace suponer que debió tener lugar XVI siglos antes de nuestra era, llegando desde África adonde huyeron después de la victoria de Josué.

Perdidas las hermosas tierras de Canaán, aquellos fenicios, gergeseos, y yebuseos, fundaron Tánger, y perseguidos por las tribus africanas, se asientan en las riberas andaluzas haciéndose fuertes en ellas.

Poco a poco las naves de Tiro y Sidón  comienzan a transportar colonos de la otra banda mediterránea, y se apoderan de toda la Tartesia activando de una manera intensiva la producción de los metales. Don Joaquín Gonzalo  Tarín, gran autoridad en la materia, del que hemos tomado muchas notas que nos guíen en el laberinto de aquellas edades, dice a este respecto:

"El engrandecimiento de la ciudad de Tiro se debió precisamente al satisfactorio resultado que tuvieron las expediciones de los fenicios a nuestras costas, y la época de mayor producción de metales debió corresponder al año 1013 antes de Jesucristo, o sea, el primero del reinado de Salomón, cuando las flotas del rey de Judea marchaban unidas con las de Hiran rey de Tiro, haciendo juntas su comercio en la gran región del país de los Tartesios"

De la época fenicia ningún rastro queda en Tharsis que nos sea conocido. Es de suponer que en el pequeño museo establecido por la Compañía deben de existir útiles de trabajo correspondiente a esta época, y que nosotros, poco doctos en la materia, no podemos clasificar entre los muchos vestigios romanos que allí se encuentran.

Entre los montones de escoria se señalan claramente dos épocas, fenicia y romana. A la primera pertenecen las capas inferiores, más rugosas y peor fundidas, y a las segundas las superiores, de un color negro metálico más compacta y con cristalizaciones en sus oquedades.

No se puede tampoco determinar la cantidad de escorias que corresponden a los fenicios, pues aparte de que, como hemos dicho, aparecen mezcladas con otras de épocas posteriores, muchas de ellas fueron refundidas de nuevo, arte ya conocido en aquel tiempo, pues Estrabón aseguraba que se refundían las escorias que sus predecesores habían dejado en las minas   de Ática.

Continuará...

 

 

1 comentario:

Dique Pino dijo...

Hola, preciosa la imagen de la locomotora entrando en Tharsis e interesante como siempre la historia, buen gusto, amigos.