jueves, 28 de febrero de 2013

LA MINA DEL ORO DE THARSIS, 1941. 1ª Parte


 
Aunque ya hemos escrito aquí sobre la "mina del oro", y en varias entregas, en realidad no era tal mina, sino una planta de cianuración, descrita técnicamente por PinedoVara, hemos encontrado este reportaje publicado en  1941 en la prensa de Huelva.

Como otros muchos escritos de nuestro pasado minero que hemos ido rescatando, este nos pareció igualmente interesante y lo hemos vuelto a reescribir, porque la calidad de la impresión hacía difícil su lectura.

Su autor, Francisco Jiménez, aunque no cita a Deligny, afirma que cabe la posibilidad que el Tharsis actual esté relacionado con el Tarsis bíblico, y vuelve a resaltar que la tradición oral haya conservado durante siglos el nombre de Tarse.  
Os dejamos la 1ª parte.

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LA MINA DEL ORO DE THARSIS. (Francisco Jiménez)

El viajero que cruza de noche los campos de Andévalo, podrá ver a lo lejos, coronando las altas cresterías de la sierra de Tharsis, un círculo brillante de luz recortado en exacta geometría.

Y si pregunta al pastor, labriego o trajinante, le responderán todos  con una exaltación mítica en la voz:

-Es la “Mina del Oro”

¡Oro! Mito legendario y cruel que atrajo en todas las edades muchedumbres ansiosas, aventureros del mar, mercaderes audaces de la ribera mediterránea y legionarios invictos de la Roma eterna. Ya la Biblia cita y elogia el oro de Tharsis. Los bajeles salomónicos y del rey Hiran conocían las rutas auríferas del Tinto y del Odiel y, después de los siglos, el mito perdura, la leyenda atrae, y la realidad canta en  números concretos la eterna actualidad del tema: 300 kilogramos de oro extraídos en Tharsis en 1940.

Nosotros hemos querido ver de cerca la “Mina del oro” y contar a nuestros lectores con amenidad de reportaje algo de su historia y de su producción, sin pretensiones de doctos y mucho menos de descubridores. Y acompañados de nuestro redactor grafico, camarada Benítez, allá nos fuimos por los bellos caminos del Andévalo.

EL PUEBLO Y LA MINA

Nadie puede asegurar ni desmentir, que el Tharsis bíblico corresponde exactamente a los actuales yacimientos ferrocobrizos de la sierra de Alosno.

Parece ser que con este nombre genérico y vago “última terrae” según Bethan, señalaban los antiguos las ricas costas de Iberia.

En la vieja cultura mediterránea, los audaces mercaderes fenicios fueron quizás los únicos conocedores de este “país delicioso” que había cantado Homero, y durante mucho tiempo guardaron recelosos toda noticia concreta del lugar en que se encontraban las fabulosas riquezas que cargaban sus naves.

El nombre de Tartesos con que se designó después la región occidental de España, proviene según Brochard de la conjunción por los fenicios de la voz Tharsis. Esta se convirtió en Tarseis o Tarseitos de que fácilmente pudo provenir Tarteso, duplicando por pleonasmo la primera letra o mudando la “g” en “t”. Sea cual fuere la exactitud de tanta hipótesis, es lo cierto que la tradición ha conservado el viejo nombre de Tharsis a las más altas sierras de Alosno, en las ultimas estribaciones de Sierra Morena, cuyas riquezas mineras en piritas de hierro y cobre son conocidas en el mundo entero.

Como dato curioso, Alosno, uno de nuestros pueblos más bellos y emprendedores, ha vivido siempre de espaldas a la mina. Cuanto son y valen sus hombres lo buscaron siempre cara al viento y al sol.

La explotación del subsuelo de Tharsis pertenece en la actualidad a la Compañía Inglesa “The Tharsis Sulphur and Copper C.L. cuyo contrato de arrendamiento al estado español por tiempo de 98  años, data del 1º de Noviembre de 1866.

El número de habitantes de la mina pasa de 4000, gente venida de todas las regiones de España y afincadas ya aquí de una manera permanente. El contacto diario y la igualdad de hábitos y trabajos, creó a esta buena gente trabajadora, de costumbres sencillas y sanas, una idiosincrasia especial cuya compenetración psicológica fue vilmente explotada en otros tiempos por los jerifaltes y embaucadores de la demagogia obrera. Pero no es ocasión de hablar de esto ahora.

Desde Alosno a Tharsis hay cinco kilómetros largos. El paisaje, como todo el Andévalo, es agreste y bravío, más acusado aún en los alrededores de la mina, donde las cortas, socavones, y los inmensos escoriales, producen a ratos una visión dantesca  que no se olvida jamás.

Antes de llegar al poblado, un camino bordeado de eucaliptos a cuyos lados se alinean viviendas de los altos empleados y oficinas, nos llevan directo a la “mina del oro”.

La mina dista mucho de serlo, aunque el vulgo simplemente la haya denominado así. Benítez ha recogido gráficamente algunos aspectos de las instalaciones, así como el lugar donde se extraen las tierras de los crestones ferrocobrizos, y que beneficiados después por los modernos procedimientos, han llegado a alcanzar una producción remuneradora de metales nobles.

Estas tierras, en sus capas superiores o monteras, se convirtieron por la acción del tiempo en oxido de hierro, con una riqueza de 4 gramos de oro y 90 de plata por cada tonelada de mineral bruto.

Las que se benefician actualmente en Tharsis se cree fueron ya calcinadas en tiempos remotos, y son residuos de las excavaciones hechas en cerros circundantes. Parece que fueron machacadas para reducir su tamaño y la trituración obtenida la depositaban en artesones rústicos con agua, haciendo con la mezcla bloques que fundían después, obteniendo por este procedimiento la mayor cantidad de oro y plata que les era posible.

Continuará...

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