Hace unos días nos encontramos
con un amigo palestino al que conocemos hace más de 10 años. Tiene su vida
organizada entre nosotros. Su mujer es española, y sus hijos los educa a la mentalidad que él llama, “europea”. Cómo
hacia años que no nos encontramos, después de saludarnos y hablar de nuestro
trabajo, intercambiamos opiniones sobre
asuntos, digamos, de actualidad, que era lo que hacíamos cuando nos reuníamos.
Me
sorprendió su cambio de actitud. Me expuso argumentos que hace años jamás los
hubiera imaginado. Lo vi tan convencido, y necesitado que le prestara atención,
que opté por que nos sentáramos en un bar cercano. Siempre me dijo que emigró de Ramala, nunca
empleó la palabra “huir”, aunque escuchándolo no era otra cosa lo que le trajo
a España. Ahora apenas viaja a su ciudad, aunque allí le viven hermanos, tíos,
y sobrinos; entre otras cosas porque se siente un español más, y el ambiente y
la cultura que vivió de pequeño la encuentra absurda y anacrónica. Siempre le
comenté que no entendía el galimatías que se traen con los derechos históricos,
si aquella zona perteneció antes a Egipto, a Turquía, o al Imperio Británico;
pero sí me disgustó que emigrar tuviera que ver con haber visto la muerte bien cerca.
Dice que en
aquella zona nunca vivirán en paz. Que ha podido comparar la educación que recibió,
con la que recibe aquí la juventud, y en ello encuentra el problema más grave
para alcanzar la paz. Reconoce que lo educaron en el odio, no solo contra
quienes consideran invasores, también contra sus propios ciudadanos que no se
comportan como musulmanes. Que la religión lo controla todo, propiciando el
fanatismo que los convierte en autómatas para la violencia. Donde la acusación
de infiel, de apostata, es suficiente para morir de la forma más espantosa.
Con la convivencia entre
nosotros ha podido comprobar lo
equivocado que vivió en su juventud, y que aún hoy sigue esa equivocación,
educando a los jóvenes para el martirio y convertirlos en kamikazes.
Que de sus últimas visitas
observa que allí no se prospera, que entre sus parientes, el regalo que más festejan
es un puñado de dólares. A lo que dice tenerles acostumbrados las generosas
remesas de petrodólares que les llegan de sus “hermanos” que les odian.
Que a nosotros solo llegan
estereotipos y consignas baratas de aquella zona, difundidas por una casta de
dirigentes políticos y religiosos a cual más impresentable, repicadas aquí por
una izquierda con prejuicios selectivos.
Dice manejarse mucho por Internet
y conocer las opiniones de otros disidentes del Islam, pero tiene mucho cuidado
en revelar su identidad, porque se ha ido separando de un sector bastante
fanático y quiere mucho a su mujer y sus hijos. Me recomienda que lea a algunos
disidentes con quienes se identifica y alaba su valentía. Y me sugiere este
enlace de lo último que ha leído: Hoy no existiría el Islam.
Tampoco se le ha olvidado nuestra invitación para visitar Tharsis, compromiso que tiene pendiente.
Tampoco se le ha olvidado nuestra invitación para visitar Tharsis, compromiso que tiene pendiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario