jueves, 21 de febrero de 2013

UN AMIGO PALESTINO


Hace unos días nos encontramos con un amigo palestino al que conocemos hace más de 10 años. Tiene su vida organizada entre nosotros. Su mujer es española, y sus hijos los educa  a la mentalidad que él llama, “europea”. Cómo hacia años que no nos encontramos, después de saludarnos y hablar de nuestro trabajo, intercambiamos opiniones sobre asuntos, digamos, de actualidad, que era lo que hacíamos cuando nos reuníamos.
 
Me sorprendió su cambio de actitud. Me expuso argumentos que hace años jamás los hubiera imaginado. Lo vi tan convencido, y necesitado que le prestara atención, que opté por que nos  sentáramos  en un bar cercano.  Siempre me dijo que emigró de Ramala, nunca empleó la palabra “huir”, aunque escuchándolo no era otra cosa lo que le trajo a España. Ahora apenas viaja a su ciudad, aunque allí le viven hermanos, tíos, y sobrinos; entre otras cosas porque se siente un español más, y el ambiente y la cultura que vivió de pequeño la encuentra absurda y anacrónica. Siempre le comenté que no entendía el galimatías que se traen con los derechos históricos, si aquella zona perteneció antes a Egipto, a Turquía, o al Imperio Británico; pero sí me disgustó  que  emigrar tuviera que ver con haber  visto la muerte bien cerca.
 
Dice que en aquella zona nunca vivirán en paz. Que ha podido comparar la educación que recibió, con la que recibe aquí la juventud, y en ello encuentra el problema más grave para alcanzar la paz. Reconoce que lo educaron en el odio, no solo contra quienes consideran invasores, también contra sus propios ciudadanos que no se comportan como musulmanes. Que la religión lo controla todo, propiciando el fanatismo que los convierte en autómatas para la violencia. Donde la acusación de infiel, de apostata, es suficiente para morir de la forma más espantosa.

Con la convivencia entre nosotros  ha podido comprobar lo equivocado que vivió en su juventud, y que aún hoy sigue esa equivocación, educando a los jóvenes para el martirio y convertirlos en kamikazes.

Que de sus últimas visitas observa que allí no se prospera, que entre sus parientes, el regalo que más festejan es un puñado de dólares. A lo que dice tenerles acostumbrados las generosas remesas de petrodólares que les llegan de sus “hermanos” que les odian.

Que a nosotros solo llegan estereotipos y consignas baratas de aquella zona, difundidas por una casta de dirigentes políticos y religiosos a cual más impresentable, repicadas aquí por una izquierda con prejuicios selectivos.

Dice manejarse mucho por Internet y conocer las opiniones de otros disidentes del Islam, pero tiene mucho cuidado en revelar su identidad, porque se ha ido separando de un sector bastante fanático y quiere mucho a su mujer y sus hijos. Me recomienda que lea a algunos disidentes con quienes se identifica y alaba su valentía. Y me sugiere este enlace de lo último que ha leído: Hoy no existiría el Islam.
Tampoco se le ha olvidado nuestra invitación para visitar Tharsis, compromiso que tiene pendiente.

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