4 de Diciembre, Santa Bárbara. Traemos a nuestro blog una crónica
aparecida en el diario Odiel en 1963 y firmada por Bautista Mojarro.
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SANTA BÁRBARA EN THARSIS
A mi primo Pedro García
El mes de diciembre, como todos los años, se nos abre con la festividad de Santa Bárbara. Patrona de los mineros. En la localidad minera de Tharsis la festividad de tan excelsa Patrona tiene una solemnidad emotiva.
Desde antaño la contingencia minera, unánime, le profesa a la venerada Virgen una devoción inefable. Por aquel entonces, la ermita se hallaba a la entrada de la población, casi a la ladera fe un pequeño cerro —como atalaya—, concretamente en el lugar vulgarmente conocido por Pueblo Nuevo, desde allí, y por esta fecha se sacaba la efigie de la Santa desde el interior del templo y se la bajaba al pueblo, recorriendo de esta manera, las calles principales y acompañada de una ingente cantidad de fieles. Hoy, la primitiva ermita, se halla en trato con las ortigas, el jaramago y la vinagreta, todo es ruina y desolación. Entre sus muros derruidos cualquier curioso podrá ver sin dificultad algún que otro resto de lo que en tiempo fueron marcos de cuadros religiosos, pero, todo esto, pertenece al pasado, y Tharsis actualmente goza de un presente óptimo en este aspecto.
Con el tiempo, al aumentar la contingencia de la villa, y dado a que la primera ermita contaba son escasas dimensiones para una población que evolucionaba considerablemente, se creyó oportuno trasladar a la escuela el altar religioso, pues, era este el falco rincón que ofrecía las condiciones adecuadas para el ejercido de tan alto magisterio. Pero Tharsis, después de ímprobos esfuerzos, no tardó en tener una nueva ermita, y fue poco después de la llegada de nuestro primer Obispo Pedro a Huelva guando el pueblo vivo dicho acontecimiento, el cual presidió la ceremonia religiosa y bendijo la colocación de la primera piedra. Entonces era yo muy joven pero me sigue fiel él recuerdo a la memoria Bárbara, y es donde actualmente se venera a la Virgen. La tradición sigue en pie, y como siempre se realizan los actos religiosos de costumbre. La efigie, pequeña --pero de tanto significado—, de Nuestra Señora, vuelve a recorrer la población seguida por los fieles, unos, exteriorizan su entrega y devoción irrumpiendo en clamores de alabanza. ¡Viva Santa Bárbara bendita!, otros, los más, de una manera muy distinta recogida y quedar mente, le llevan sus promesas y oraciones.
Como esta villa se halla próxima al Alosno, también existen letrillas de fandangos que nos hablan de la Patrona. En esta fecha de hoy no suena el barreno, ni se oyen las máquinas excavadoras, ni tampoco el ruido de los pesados camiones que, por los serpenteantes bancos, suelen llevar el mineral hacia el exterior. El minero, se despoja de lo diario, y se une a la alegría común; vuelve a sonar la guitarra tocada por manos expertas. Alguien canta un fandango, otro espera para responder, y de esta manera se llega al ocaso do este memorable día.
Casi siempre el tiempo desfavorece la fiesta y, así el dia suele aparecer con el gris rumor de la tormenta, aunque, después todo no sea nada, porque, ese todo, absolutamente se pone en consonancia con el hondo sentido de nuestra Virgen minera.
En la procesión matinal —si el tiempo lo permite—, marcharán delante los niños de las escuelas con sus maestras, y don Antonio, el cura, se verá una vez más preso de esa alegría a la que tanto lo tiene acostumbrado este pueblo nuestro. Pueden que se tiren cohetes y todo eso, pero es lo de menos, porque, Tharsis, desde siempre, los actos religiosos suele realizarlo con esa humildad y sencillez que tanto encierra y emociona.
Desde estas columnas de ODIEL, un ¡Viva! muy fuerte a Santa Bárbara desde lo más recóndito del corazón, y que las fiestas de este año tengan la resonancia y el auge que merece.
Desde antaño la contingencia minera, unánime, le profesa a la venerada Virgen una devoción inefable. Por aquel entonces, la ermita se hallaba a la entrada de la población, casi a la ladera fe un pequeño cerro —como atalaya—, concretamente en el lugar vulgarmente conocido por Pueblo Nuevo, desde allí, y por esta fecha se sacaba la efigie de la Santa desde el interior del templo y se la bajaba al pueblo, recorriendo de esta manera, las calles principales y acompañada de una ingente cantidad de fieles. Hoy, la primitiva ermita, se halla en trato con las ortigas, el jaramago y la vinagreta, todo es ruina y desolación. Entre sus muros derruidos cualquier curioso podrá ver sin dificultad algún que otro resto de lo que en tiempo fueron marcos de cuadros religiosos, pero, todo esto, pertenece al pasado, y Tharsis actualmente goza de un presente óptimo en este aspecto.
Con el tiempo, al aumentar la contingencia de la villa, y dado a que la primera ermita contaba son escasas dimensiones para una población que evolucionaba considerablemente, se creyó oportuno trasladar a la escuela el altar religioso, pues, era este el falco rincón que ofrecía las condiciones adecuadas para el ejercido de tan alto magisterio. Pero Tharsis, después de ímprobos esfuerzos, no tardó en tener una nueva ermita, y fue poco después de la llegada de nuestro primer Obispo Pedro a Huelva guando el pueblo vivo dicho acontecimiento, el cual presidió la ceremonia religiosa y bendijo la colocación de la primera piedra. Entonces era yo muy joven pero me sigue fiel él recuerdo a la memoria Bárbara, y es donde actualmente se venera a la Virgen. La tradición sigue en pie, y como siempre se realizan los actos religiosos de costumbre. La efigie, pequeña --pero de tanto significado—, de Nuestra Señora, vuelve a recorrer la población seguida por los fieles, unos, exteriorizan su entrega y devoción irrumpiendo en clamores de alabanza. ¡Viva Santa Bárbara bendita!, otros, los más, de una manera muy distinta recogida y quedar mente, le llevan sus promesas y oraciones.
Como esta villa se halla próxima al Alosno, también existen letrillas de fandangos que nos hablan de la Patrona. En esta fecha de hoy no suena el barreno, ni se oyen las máquinas excavadoras, ni tampoco el ruido de los pesados camiones que, por los serpenteantes bancos, suelen llevar el mineral hacia el exterior. El minero, se despoja de lo diario, y se une a la alegría común; vuelve a sonar la guitarra tocada por manos expertas. Alguien canta un fandango, otro espera para responder, y de esta manera se llega al ocaso do este memorable día.
Casi siempre el tiempo desfavorece la fiesta y, así el dia suele aparecer con el gris rumor de la tormenta, aunque, después todo no sea nada, porque, ese todo, absolutamente se pone en consonancia con el hondo sentido de nuestra Virgen minera.
En la procesión matinal —si el tiempo lo permite—, marcharán delante los niños de las escuelas con sus maestras, y don Antonio, el cura, se verá una vez más preso de esa alegría a la que tanto lo tiene acostumbrado este pueblo nuestro. Pueden que se tiren cohetes y todo eso, pero es lo de menos, porque, Tharsis, desde siempre, los actos religiosos suele realizarlo con esa humildad y sencillez que tanto encierra y emociona.
Desde estas columnas de ODIEL, un ¡Viva! muy fuerte a Santa Bárbara desde lo más recóndito del corazón, y que las fiestas de este año tengan la resonancia y el auge que merece.
Juan Bautista Mojarro, 1963
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