En
Inglaterra, donde principalmente van estos productos, se fabrican con las
piritas, en primer lugar, ácido sulfúrico, que, con la sal común, forman el sulfato
sódico, producto intermedio para obtener principalmente el carbonato sódico ó
barrilla artificial. Con el tiempo se podrá hacer una pequeña parte de esto
aquí; pero para la fabricación, el peso del carbón necesario es mayor que el
de las piritas, y por consiguiente se llevan las piritas donde está el carbón.
Las
barrillas obtienen colocación inmediata
en aquel país eminentemente industrial y poblado, y aquí tendríamos que buscar
mercado en países extraños; por otra parte, en esta fabricación hay un producto
accesorio, que es el ácido clorhídrico, que juntos con los manganesos, se
preparan los hipocloritos que encuentran en los mercados ingleses consumo para
el blanqueo de los tejidos que, como es sabido, surten la mayor parte de los
mercados del mundo.
Esas
industrias, encadenadas las unas á las otras, no pueden traerse á esta
provincia, aun cuando, y este es el general error, contenga las primeras
materias indicadas necesarias para algunas de ellas.
Mas
no porque no se ultime en el país el aprovechamiento de los productos de estas
ricas minas deja de ser muy halagüeño el porvenir de la provincia, que está
llamada á ser una de las más florecientes de España, y el puerto de Huelva uno
de los más concurridos de buques, como lo revela que las Compañías extranjeras,
en cambio del mineral que se llevan, dejarán en breve sobre 100 millones de
reales al año solo en sueldos y
jornales. ¡Cien millones! que se esparcen por toda la provincia, fomentando las
industrias, el comercio y la agricultura. Huelva, aquel puerto solitario y casi
desconocido en España, que veía únicamente lanchas de pescadores en sus aguas
y alguno que otro laúd que hacia el cabotaje, ha tenido el año pasado un
movimiento de 400 buques, que han traído mercancías bastantes para producir al
Tesoro, por la renta de Aduanas, 1.502.451 pesetas, y á llevarse minerales que
han creado en Inglaterra valores que exceden de 100 millones, dando impulso á
las fábricas de productos químicos, que no solamente encuentran en las piritas
2,50 por 100 de cobre, 48 por 100 de azufre y una cantidad considerable de
hierre; sino que últimamente extraen también una cantidad de plata.
Al
examinar esos datos, al reflexionar el movimiento minero de esta provincia, al
ver el valor que toma la propiedad, signo cierto de progreso y bienestar, a ver
la agricultura desarrollarse con la exportación de frutas y particularmente de
vinos, al considerar que tan pronto como esté terminada la carretera de Extremadura,
Huelva será el puerto natural de esas riquísimas provincias agrícolas, y con
el ferrocarril que enlace el puerto con Sevilla, entrará Huelva en la vida
mercantil de España, no podemos menos de exclamar poseídos de patriótico
entusiasmo: ¡Loor á los primeros, modestísimos mineros españoles que, allá por
el año de 1845, dieron á conocer á propios y á extraños el riquísimo
maravilloso subsuelo de esta zona metalífera! ¡Loor al ingeniero que, más
afortunado que el sueco Wolters, ha dejado el sello de su inteligencia en esta
provincia, y las huellas imperecederas de su actividad y perseverancia!
Empero,
en medio del regocijo que causa ver á un pueblo alejado de las salvajes luchas
fratricidas entregado al trabajo, pueblo que no contento con la explotación
de las piritas y de los manganesos, se siente agitar con la idea de encontrar
nuevos elementos de riqueza en los cobaltos, el plomo, el hierro magnético y los
sulfuros de antimonio, y sobre todo en la explotación de los 25 millones de
toneladas de silicato doble de hierro y alúmina, que representan las escorias
dejadas por fenicios y romanos, una duda asalta á nuestro espíritu.
En
explotación todas las minas de piritas, ¿tendrán colocación en los mercados?
¿Sobrevendrá una terrible crisis?
El
mercado pide de 700 á 800.000 toneladas de pirita al año: ¿cuántas exportará
la provincia?
En
primer lugar, nos decimos, el mercado pide de 50 á 60.000 toneladas más cada
año por el desarrollo de las fábricas de ácido sulfúrico y abonos artificiales;
en segundo lugar, los Estados Unidos ofrecen un nuevo mercado, y finalmente las
minas de Santo Domingo, que acuden con sus piritas al mercado inglés, dentro
de ocho años quedarán apuradas, siendo entonces Huelva dueña del mercado.
Podrán,
sin embargo, venir días de prueba, pues la competencia de las minas entre si,
podría crear graves conflictos y aun tal vez quiebras ruinosas.
¿Cómo
evitarlo?
¿No
se han explotado estas minas por medio de la asociación? Mediante esa
asociación, ¿no cuentan hoy las compañías con un capital de 1.000 millones?
Pues aplíquese ese mismo principio. Mediante la fusión de Rio-Tinto y Tharsis,
y la compra, bajo la forma más conveniente, del resto de las minas, podrían
conjurarse esos días de conflicto y asegurar la suerte de los cuantiosos
capitales invertidos, y el bienestar de esta provincia.
¡Quién
sabe! Tal vez esa idea soltada en este modestísimo trabajo, hecho á vuela
pluma, encuentre acogida entre los mineros y dé con el tiempo un útil
resultado.
El
dátil, arrojado al azar en el desierto, suele convertirse en la esplendida
palmera del oasis, bajo cuya copa se cobija la cansada caravana.
Fernando de Antón. (Gaceta industrial).
Huelva,
Mayo de 1875
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