El 2 de Mayo, fecha ya que ni se estudia en los libros de Historia, ¡qué tiempos!, giramos visita a Pomarao, población portuguesa en la ribera del Guadiana. La inauguración el pasado mes de Febrero de este puente internacional, que une esta población con El Granado, nos permitía completar un recorrido que hace tiempo pretendimos y que tan relacionado está con Tharsis. Por el puerto fluvial de Pomarao se exportaba el mineral proveniente de la mina de Santo Domingo, mina que fue explotada en la época moderna por Ernesto Deligny.
En su día nos arriesgamos cruzar a Portugal por la rivera del Chanza, a la altura de la “Vuelta Falsa”, donde existe un paso, que no puente, usado por vecinos de ambos países. El día que pasamos había casi un palmo de agua y nos arriesgamos a que el coche se nos quedara en mitad del agua; no ocurrió así y cumplimos nuestro propósito de llegar a la mina de Santo Domingo.
Esta mina, descubierta por Nicolás Biava, capataz de Ernesto Deligny, de quien había recibido el encargo de hacer prospecciones por la zona de Grandola y Mertola. Hechos recogidos en sus “Apuntes históricos”.
En 1957 Deligny, Duclerc, y Descazes constituyen la empresa LA SABINA (reparen en el nombre de la sociedad, el mismo que le dio a la galería que todos conocemos en las “curvas de las Cantareras de la Reina” y que tantos sinsabores debieron provocarle). Al año siguiente arrendaron la mina a la empresa Mason & Barry que la explotó hasta 1965. En 1966 se clausuró la explotación, empezando el deterioro y el expolio de las instalaciones, que tan familiar nos resulta. Pero los altibajos en la exportación de la pirita ya empezaron a sentirlo desde finales de la 1ª Guerra Mundial, similar al resto de minas de la Península.
Al igual que en Tharsis, los ingleses organizaron el poblado para los mineros donde construyeron: escuelas, hospital, iglesia, mercado, cementerio, pantano, salones de recreo, organizaron banda de música y agrupaciones deportivas. También instalaron la primera Central eléctrica de todo el Alentejo.
Hicimos las fotos de rigor: el malacate, que aún se conserva en pie, no cómo el nuestro; la corta; restos de construcciones, almacenes, talleres, depósitos. Nos llamó la atención el parecido de algunas de sus calles con nuestro Barrio de Santa Bárbara. Almorzamos en un bar, que nos pareció el único del pueblo; donde no más de cuatro parroquianos se encontraban en animada charla. Comimos unas buenas raciones de bacalao, y no serían más de las 5 PM cuando el bar cerraba saliendo nosotros.
Nos planteamos lo poco recomendable de acercarnos a Pomarao, porque si teníamos que regresar a Tharsis por el mismo camino, y de noche, correríamos más riego. Por esta circunstancia quedó pendiente una visita que al fin pudimos llevar a cabo el pasado día 2.
Antes de Pomarao la carretera tiene un desvío mal señalizado a la izquierda, que por una pista sin asfaltar te lleva al puerto de La Laja, aquí paramos a contemplar los restos de sus instalaciones que, como sabéis, era el lugar de embarque del mineral procedente de Las Herrerías. El deterioro del depósito es evidente. Comparando con un grabado antiguo que tenemos, y que os adjuntamos algo reducido, se comprueba las tareas del embarque. Pudimos fotografiar la caja de uno de los vagones que se utilizaban en la carga de los barcos. Un vecino del lugar, con el que previamente habíamos contactado en Huelva, nos fue explicando los pormenores del trabajo que se realizaba: la carga del mineral en los barcos, las maniobras de los trenes que acercaban el mineral, y cómo los barcos que venían a cargar mineral, descargaban a su vez carbón.
Los habitantes del poblado disfrutaron de un buen nivel de vida, mientras duró el “Boom” de la exportación, pero las comunicaciones eran escasas, principalmente a Sanlucar de Guadiana, y a base de barca de remos.
Continuamos nuestro camino y pasamos por el recientemente inaugurado puente, que no es sobre el Guadiana, es frente al muro de la presa del Chanza. Bajo su estructura las únicas aguas que pasaran son las que salgan por los aliviaderos de la presa.
Llegamos al embarcadero donde, por fin, pudimos completar nuestro deseo. Aquí no se observaba depósito alguno, puede que haya desaparecido por la gran explanada que hay al lado. Se conserva la estructura del muelle, de madera, y los pilotes y maderos que soportaban el trazado del ferrocarril, que se iniciaba 18 kilómetros arriba, en Santo Domingo.
Sí nos llamó la atención, que en los travesaños que conforman el muelle de embarque se observan aún poleas y polipastos, lo que nos hace suponer que en el trasiego del mineral se emplearía mucho músculo.
Las fotos de esta visita las tenéis aquí. O en la columna de la derecha, en REPORTAJES, haciendo click en “Visita a Pomarao”.
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