miércoles, 21 de abril de 2021

Libro de Checkland. Capítulo 1: La historia a grandes rasgos. Y 2ª parte.

En un esfuerzo por estabilizar el precio mundial del cobre, la Tharsis Company, junto con Rio Tinto, llegó a acuerdos en los años ochenta con Hyacinthe Secretan, el espíritu impulsor en un clásico intento de hacerse con el mercado de un producto primario líder. Pero el acaparamiento del cobre fue un espectacular fracaso. La Tharsis Company era parte de los amplios intereses ramificados de Sir Charles Tennant; le ayudó a hacerle uno de los grandes hombres de negocios del dominio victoriano de Gran Bretaña. La Compañía se vio muy perjudicada por los grandes cambios en la industria de los productos químicos pesados, especialmente por la lucha entre los tradicionales productores de álcali que usaban el proceso de Leblanc, un consorcio del cual se había fundado Tharsis, y los recién llegados que seguían el totalmente diferente método de Solvay. El método de Solvay resultó ser superior; como no necesitaba azufre, esto fue una derrota para Tharsis. Pero surgían nuevas demandas, especialmente de fertilizantes de superfosfato. Los directivos de Tharsis y los mayores accionistas eran un grupo de destacados hombres. Fueron los fundadores, en 1872, de la Steel Company of Scotland (Compañía del Acero de Escocia). De nuevo motivados por la naturaleza de su material, la pirita, buscaron con empeño nuevas formas de separar minerales valiosos de sus menas. Fundaron la conocida Cassel Gold Extracting Company (Compañía Cassel de Extracción de Oro). Jugaron un papel importante en el desarrollo del proceso de extracción de oro con cianuro de MacArthur-Forrest; ello revolucionó la explotación minera del oro; hizo posible el enorme desarrollo de la mina de Witwatersrand (Sudáfrica). A través de la Cassel Company registraron el proceso de MacArthur-Forrest, pero los magnates de la Rand anularon las patentes en los tribunales sudafricanos, de modo que la producción de cianuro se convirtió en el principal interés de la Compañía: fue rebautizada como la Cassel Cyanide Company  (Compañía de Cianuro  Cassel). Puso a disposición del mundo a una nueva escala un producto químico útil en tiempos de paz y de guerra. Los directivos de Tharsis fueron pioneros en la minería del oro en la India: la Gold Fields of Mysore Limited (Yacimientos de Oro de Mysore S.A.), y la Mysore Gold Mining Company Limited (Compañía de Explotación de Oro de Mysore S.A.), fueron, después de una fase de casi desesperación, triunfos especulativos impresionantes. Sus intereses como dueños de minas abarcaron naturalmente la nueva industria de los explosivos de gran potencia: apoyaron a Nobel con la British Dynamite Company Limited (Compañía Británica de Dinamita S.A.), y con su sucesora, Nobel’s Explosives Limited (Explosivos Nobel S.A.). La extraordinariamente vigorosa iniciativa empresarial presente en Glasgow desde los años cincuenta hasta los noventa le debió mucho a este grupo de hombres, yendo juntos muy a menudo en el patrocinio de nuevas iniciativas comerciales. Los empleados de la Compañía conocían su reputación y estaban orgullosos de ella. En España quizá se sentían un tanto eclipsados por el vecino que había seguido y sobrepasado el liderazgo de Tharsis, la gigantesca Rio Tinto Company. Pero en Glasgow, Tharsis era un nombre con una gran fuerza evocadora. Hasta finales del siglo la Tharsis Company era un tema de conversación en la ciudad, incluso entre la clase obrera, al igual que con los grandes constructores navales, Fairfield o John Brown. Carros tirados por fuertes Cydesdales (2) cargados de pirita, o de sal gema, podían verse subiendo desde los muelles hacia la fábrica de St Rollox, parte de ella para la fábrica de productos químicos para su uso en el proceso de Leblanc, y otra parte para el proceso ‘mojado’ de Henderson de recuperación de cobre en la planta Tharsis de extracción de metales en Garngad (3), donde los chicos del barrio creían que la Compañía hacía cobre de botas viejas. Un imaginativo profesor de externado cercano enseñaba a sus alumnos sobre la pirita, sosteniendo una muestra y llamándola la “piedra de los filósofos”; profesores de catequesis, mientras se esforzaban para dar proximidad al Viejo Testamento creando un puente entre lo lejano y lo conocido, hablaban de los ‘Barcos de Tharshish’. En el transcurso de sus explotaciones, la Compañía de Tharsis, y sus predecesores franceses, reunieron a hombres y mujeres de todas las partes de España y Portugal para crear tres comunidades completamente nuevas – dos poblados mineros y una terminal de ferrocarril y un muelle, con una población total de unos 8.000 hombres, mujeres y niños. La Compañía trajo, hace cien años, un frenético desarrollo económico al corazón de una tradicional sociedad campesina. Sus directivos no querían involucrarse en los problemas sociales de su mano de obra, pues esto, además de ser un coste adicional, planteaba toda una nueva serie de problemas. Tuvieron como primera prioridad el establecimiento de una empresa rentable: al igual que en Gran Bretaña, pensaban poco en objetivos sociales. Nadie más mostraba gran preocupación por tales asuntos en este rincón de Andalucía. Mucha de la mano de obra recibida era migratoria. La historia de la Compañía ilustra un aspecto de la historia política de España. Con el paso de los años quedó más claro que el concepto de las aldeas como simplemente campamentos mineros no era suficiente. A medida que los trabajadores se contagiaban de nociones políticas, bajo el impacto de ideas socialistas y anarquistas, algunos de ellos se volvieron activistas, afiliándose a uno u otro de los partidos de izquierdas. Pedían poder laboral frente a la Compañía y poder político en la reconstrucción de la sociedad española. La gerencia, bajo las más estrictas órdenes de los directivos de permanecer neutral sobre temas de política y religión, pero ordenada también a suprimir tanto sindicatos como partidos políticos, se vio con un papel claramente paternalista, dirigiendo las aldeas sin participación de los trabajadores de la mina, evitando todas las influencias perturbadoras hasta donde fuera posible. Los directivos y la gerencia eran muy conscientes de que estaban explotando recursos minerales que se estaban agotando rápidamente. Primero trasladaron el gran esfuerzo de explotación de la Compañía a La Zarza, su mina del norte. Muy pronto allí también, el área de riqueza, a la que el cobre realmente rentable se limitaba, mostró signos de agotamiento. Hacia los años noventa se requirió una decisión muy importante: ya sea buscar posibilidades de extracción completamente  nuevas en otras partes del mundo, ya sea dispersar el capital y liquidar, o ya sea invertir las grandes reservas de la Compañía, que ascendían a un millón de libras, en un costoso programa de modernización, basar el futuro de la Compañía, a todos los efectos, en el azufre solamente. Tras una búsqueda que se prolongó durante unos quince años, se abandonó la idea de nuevas minas y la Compañía miró hacia dentro para concentrarse en la explotación de sus filones en Tharsis y La Zarza. Esta fue la gran era de la expansión minera, en todo el mundo, en Sudáfrica y Rodesia, en Sudamérica, y, especialmente, en el Oeste americano. ¿Cómo fue posible que una Compañía británica con gran experiencia y capital no pudiera tomar parte? Para 1914 la Compañía había disfrutado de casi cincuenta años de condiciones comerciales relativamente favorables. El segundo medio siglo de su vida fue una serie de crisis: la guerra, la interrupción de posguerra, una depresión profunda, condiciones inestables en España en las que la Compañía se involucró mucho contra su voluntad, una cruenta Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el aumento de nuevas fuentes de azufre que eran tan amenazantes para las antiguas como la pirita lo había sido para el azufre en la primera mitad del siglo, y, finalmente, la consolidación en España de un sistema de control económico, en marcado contraste con el mínimo nivel de intervención estatal de épocas anteriores. Resultó imposible aislar la vida de las poblaciones mineras de la trágica política de España. Desde 1918 en adelante la organización industrial y política se desarrolló rápidamente aunque de forma desigual en las zonas industriales y mineras. Había mucha confusión ideológica ya que líderes anarquistas y socialistas competían por el apoyo de los trabajadores. Hubo una gran irrupción de organización y actividad política en un país en el que el castigo por llamar la atención en el bando equivocado siempre había sido terrible. Durante la dictadura de Primo de Rivera, la Tharsis Company, aunque las condiciones en sus aldeas mineras no eran peores que en otros centros mineros, y en algunos aspectos eran mejores, llegó al conocimiento de todo el país cuando sus trabajadores de las minas apelaron a Madrid sobre condiciones laborales y de vida. Tras el viraje hacia la izquierda que trajo la Segunda República en 1931, el gobierno de las localidades de la zona pirítica ya no estaba en manos de los monárquicos derechistas, sino que pasó a los representantes de los trabajadores, orgullosos y eufóricos, al menos hasta 1933, de que “su” Gobierno gobernara en Madrid. Cuando llegó la Guerra Civil, agrupaciones de trabajadores, o sóviets, tomaron el control en los tres centros, dispuestos a sostener al Gobierno de Madrid. Pero el Ejército de África del General Franco pasó, los evitó y a sus aliados de Rio Tinto, avanzando hacia el norte desde Sevilla a Badajoz. Más tarde las aldeas mineras fueron “limpiadas” con tranquilidad y los líderes de los trabajadores de las minas fueron proscritos. La Compañía bajo tal presión de los trabajadores, en medio de una gran depresión, tuvo que buscar mercados. Si se pudiera vender suficiente pirita, al menos el empleo se podría  mantener, y un pequeño programa de mejoras sociales, especialmente la vivienda, se podría llevar a cabo. Pero la capacidad de la industria, como la de tantas empresas durante el periodo de entreguerras, estaba muy por encima de la demanda. Era necesario llegar a algún tipo de acuerdo, explícito o informal, con otros productores de azufre, especialmente la Rio Tinto Company y la nueva y dinámica Cyprus Mines Corporation. La amenaza de los productores americanos de azufre elemental que usaban el procedimiento de Frasch era cada vez más seria. El mercado del azufre en los años veinte y treinta (siglo XX), con el peligro siempre presente de la destructiva guerra de precios, fue un claro ejemplo de las limitaciones de la mercadotecnia competitiva, y de la competencia monopolística en funcionamiento, de la cual da un clásico ejemplo. La historia del continuo ajuste de la Compañía a estas circunstancias bajo el Presidente y Director General, William Rutherford II, un hombre de gran tenacidad y vigor, es un ejemplo, como en el caso de Charles Tennant, de cómo la biografía personal y la empresarial pueden confluir. Ello también pone de manifiesto algunos de los problemas con los que una empresa extranjera se enfrenta, cuando la sociedad en la que está operando comienza a alejarse de una situación de subdesarrollo y acelera hacia la plena industrialización. Bajo tales condiciones, gran parte del pasado es destruido por la propia naturaleza de los mismos cambios, pero una parte de él sobrevive, encarnado en las ideas y principios que se encuentran detrás de la política oficial. El Estado español ha adoptado ahora una planificación indicativa. Con la llegada al poder del General Franco era necesario un programa de reconstrucción de gran alcance. Durante los últimos años se ha aprobado un conjunto amplio de medidas, destinado a favorecer el bienestar social y la seguridad del empleo, simultáneamente con cambios y desarrollo económicos. Esta extensión de control, al igual que todas, tiene por objeto compatibilizar estabilidad con crecimiento. Ello ha culminado con el plan cuatrienal lanzado en 1964. Cualquier empresa que opere en España tiene que tener en cuenta los muchos puntos en los que sus intereses e iniciativas entren en contacto con la política oficial; debe tomar sus decisiones dentro de las condiciones así establecidas. Las circunstancias han cambiado enormemente durante los últimos cinco años aproximadamente; la Compañía se enfrenta nuevamente al reto de una reorganización importante. La historia de las minas de Tharsis es de extraordinario interés. Revela como sucesivas generaciones de hombres han luchado contra los filones de mineral; deja constancia de como actuaron entre ellos en las aldeas mineras. Nos habla de otros hombres que han tratado de desvelar la química de la pirita para hacer uso de todos sus elementos. Pero hubo otros cuya preocupación era la viabilidad comercial. La experiencia y la conducta de los tres grupos de hombres toca asuntos económicos, sociales y científicos en muchos momentos: nos reta a considerar la luz que una única empresa puede proyectar sobre la historia en general.” FIN. (1) Nombre del lugar en el distrito de Springburn, Glasgow, donde se encontraba la fábrica química de Charles Tennant (1823-1906). (2) Raza escocesa de caballos de tiro. (3) Distrito de la ciudad de Glasgow. Su nombre actual es Royston. The Mines of Tharsis. Roman, French and British Enterprise in Spain. (S.G. Checkland) [Traducción del texto original en inglés, por Pedro Giralde Bernal] *********************************************

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