El pasado mes de Junio
fue organizado por el Casino minero de Corrales una fiesta para
conmemorar los 100 años de su apertura: 1918-2018. Por lo que nos
cuentan, el acto fue emotivo y alegre, con la participación
de los socios, que recrearon la efemérides con
indumentaria similar a la de aquella época.
Previamente se descubrió
una placa recordando aquella fecha de 1918. Después se procedió a
degustar los aperitivos que los propios socios habían elaborado,
acompañados de té y otras bebidas.
Estos Casinos, o círculos
mineros que la Tharsis Sulphur sufragó
en los tres centros: Tharsis, La Zarza y Corrales, se adelantaron
muchos años al resto de Casinos de la provincia.
Lo que los hacía
diferente es que la propia empresa se encargaba de su construcción y
dotación. El de Tharsis, hasta los años 30, constaba de mesa de
billar, pianola, proyector de cine para películas mudas, y de una
excelente colección de libros. Posteriormente, con la llegada de la
radio, se instaló un aparato de radio a válvulas, con tanto éxito,
que venían andando desde Alosno para escuchar las retransmisiones
de los partidos de fútbol.
Aunque fueron construidos
para el disfrute de los trabajadores, el staff directivo debió
contar mucho antes de un casino mas exclusivo y elitista,
situado en los aledaños
de sus viviendas. Ya pusimos aquí la fotografiá de la demolición
del Casino inglés de Tharsis en los años 60, que denota una
construcción bien antigua, seguramente no muy lejana al traspaso de
Mercier a los ingleses en 1866.
Pero si importante fue
que estos poblados mineros dispusieran de algún centro de ocio,
igual de importante fueron otras construcciones financiadas por la
Compañía: iglesia, cementerio, hospital, mercado; y lo mas
importante, casas. Pero su construcción, o mejor, su escasa
construcción de viviendas, motivó siempre un grado de conflicto
entre empresa y trabajadores.
Tanto los edificios como
las infraestructuras necesarias para vivir en los poblados mineros
fue responsabilidad de la empresa. Suministrando agua y electricidad.
Agua, perforando pozos cuando la combustión de las teleras hacía
que el agua potable escaseara y la depuración ni se contemplaba.
Electricidad desde la central eléctrica a las casas. El mercado,
siempre surtido de productos, unos traídos por ferrocarril a partir
de 1871, y otros directamente por los propios agricultores a lomos de
caballería desde Cartaya, Lepe, o Gibraleón.
Esta responsabilidad
asumida por la empresa debió tener dos objetivos, no por ellos
despreciables: 1) Fijar a la población. En la medida que vivienda,
comida y ocio estuvieran minimamente cubiertos, residir en el poblado
sería atractivo. Ya en los comienzos de la minería, la empresa
sufría el abandono de mano de obra en la época de la cosecha.
Igualmente, la autosuficiencia a la que se vio abocada por la lejanía
de centros industriales y el coste de los transportes, la persuadió
a asumir la reparación de maquinas y la fabricación de piezas;
donde los modelos en madera expuestos en el museo es un claro
ejemplo. De ahí que instruyera a una población eminentemente
agrícola para dotarse de mecánicos, carpinteros, fundidores,
maquinistas, fogoneros, etc.
2) Rentabilizar la
inversión económica. Poner en explotación unas minas creando tres
centros mineros y unirlos por ferrocarril, fue una verdadera
revolución industrial. Sus planes incluían conseguir estabilidad
social, que pretendían conseguir creando casinos, teatros,
hospitales, bandas de música, o economatos. Pusieron en explotación
estas minas para sacar el máximo rendimiento a nuestras materias
primas y a nuestros antepasados. Que el Casino fuera un elemento más
para fijar a la población y alejarla de pulsiones contestatarias o
revolucionarias, también es evidente. Y a pesar de toda esta
ingente infraestructura la Compañía sufrió huelgas y sabotajes.
La celebración de estos
100 años del Casino minero de Corrales es un hecho histórico que
los vecinos han recordado oportunamente. Si orgullosos estuvieron
nuestros padres y abuelos por considerarse mineros, que menos que
recordemos el aniversario de un centro que fue importante en sus
vidas y les permitió, de alguna manera, evadirse de su duro trabajo.
Olvidarse de donde
venimos, nos puede conducir a tomar malas decisiones.
José Gómez Ponce
Septiembre 2018
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