Sabido
es que los nombres con que se designan a poblaciones, accidentes
geográficos, o hechos históricos, han de ser compartidos para
mantenerlos en el tiempo. Así viene ocurriendo desde los tiempos más
remotos para trasmitirlo a las siguientes generaciones.
Si
la dependencia económica de la población de Tharsis estuvo
exclusivamente relacionada con la minería desde el siglo XIX, la
estabilización de la población en los alrededores, o cercana a la
actividad laboral, fue conformando el núcleo poblacional que en
parte perdura hasta hoy día. En una época, a partir de 1853, cuando
la mano de obra era barata y el transporte caro o inexistente, los
núcleos mineros se fueron configurando cercanos a los tajos. Baste
repasar algunos planos antiguos para confirmar la cercanía entre
viviendas y lugar de trabajo. En ellos se ven casas junto a los
“canaleos”, a las teleras, a Filón Norte, a Talleres, etc. Este
proceder, que se ha mantenido inalterable desde los siglos, se ha ido
equilibrando en la medida que los peligros inherentes a la actividad
han sido puestos de manifiesto, así como a la mejora del transporte:
Alejándose de las teleras, de las zonas de los “barrenos” y
también buscando un medio ambiente más sano.
Ya
nuestros antepasados, que desde siglos anteriores se dedicaban a la
minería, se establecían encima casi de donde ejercían su actividad
laboral, evitando con ello los desplazamientos, pero manteniendo un
estatus entre quienes trabajaban físicamente y quienes mandaban o
dirigían. Donde las excavaciones del cabezo Juré lo confirman, con
la existencia en sus faldas de un poblado anterior incluso a la
supuesta introducción de la minería por los fenicios. (Aquí
publicado). O el poblado romano, localizado en los alrededores del
“tenis”, y que tenían Filón Sur y La Esperanza a escasos
metros. Donde aparecieron importantes hallazgos: El lujoso collar de
oro aparecido en una tumba en los alrededores de La Esperanza, el
torso de un posible emperador, y el busto del emperador Calígula,
depositados ambos en el museo de Huelva; así como cerámicas,
monedas o lucernas. Este poblamiento romano bien pudo estar recogido
en el Itinerario Antonino, donde se detalla el trazado de las vías
romanas de Hispania, que enlazaban urbes con zonas productivas y
portuarias y que bien pudo estar rotulado como “Ad Rubras”. Esto
debió ser desconocido por Deligny, pues a pesar de que su
instrucción académica estuvo repleta de Humanidades, y que los
vestigios encontrados en 1853 catalogó oportunamente de fenicios y
romanos, de conocer que este poblamiento romano ya estaba nombrado
en el siglo I d. C. se le podía plantear la duda entre dar a las
minas el nombre de un cabezo,”Tarse”, o el de un poblado o mansio,
“Rubras”. Si estas mansio se establecían en las vías romanas a
cada cierta distancia donde viajeros y caballerías podían
descansar y pernoctar, es de suponer que lo que hoy es Tharsis, en
la época romana ya tenia cierta entidad, que los hallazgos
arqueológicos han ido corroborando. Aunque algunos investigadores
dudan entre situar Ad Rubras en Tharsis o Cabezas Rubias.
Esto
se lo comenté al familiar de Deligny cuando nos visitó hace dos
años, que el nombre que le puso a las minas lo adoptó el pueblo, y
que él, nada más oírlo, ya quedó impresionado relacionándolo con
el Tarsis bíblico. Sí me comentó que pensaba investigar los pasos
de su tatarabuelo y que se pondría en contacto con los descendientes
del duque de Glucksbierg, con quien mantuvo estrecha relación no solo
epistolar. Aunque esta importancia de Tharsis en la Hispania romana
fuera conocida o no por quien puso en explotación unas minas
abandonadas durante siglos, nada cambiaría la historia. Ni tampoco
si llegáramos a averiguar porqué en su primera incursión minera en
las cantareras de la reina y sierra de Santo Domingo, le pusiera al
socavón con que pretendía llegar a minerales, el nombre de “la
Sabina”.
Los
nombres utilizados en registrar los denuncios fueron dispares, al
igual que hizo su continuador en la etapa francesa, Mercier, pero esta
claro que ponerle a las minas el nombre de Tharsis estuvo motivado
por lo que él consideraba una revelación, y que detalla
oportunamente en sus “Apuntes históricos”.
José
Gómez Ponce
Abril
2018
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