jueves, 20 de febrero de 2014

MEDICINA Y MINERÍA EN THARSIS. 1956-1966. 1ª Parte. Carta de D. Alberto Bervel


 
 
Iniciamos a partir de esta semana, la publicación de una carta que nos envía D. Alberto. Hemos lamentado, al igual que vosotros, el abandono y venta de nuestro Patrimonio Histórico, y entre los edificios que recordamos, el Hospital marcó una etapa importante. Para que nos hablara de su organización,  de su plantilla, de su cometido; le escribimos a D. Alberto, de quien recibimos respuesta extensa, e inmediatamente. También algunas fotos de su colección.

Es muy poca la parte de nuestra historia que se haya editado en libros, pero una fuente de documentación es recurrir a la memoria de quienes aún nos pueden relatar hechos de nuestro pasado. D. Alberto Bervel Cao fue médico de la Compañía de Tharsis, tanto en la época inglesa como en la última de Carlos Strauss y Frederic Velge, asunto publicado aquí últimamente. Ejerció en Tharsis entre 1956 y 1966.

Los obreros empleados en los distintos tajos de la actividad minera, desde la "Sabina" con Deligny, hasta más intensamente Filón Norte con Víctor Mercier,  harían poco uso de los recursos sanitarios existentes en la época para lo que llamamos enfermedad común; pero sí para las lesiones contraídas en el trabajo. Desde la llegada del ingeniero francés, en 1853, quienes acudían a Tharsis en busca de trabajo estaban en edad de trabajar, y se pensaba que no necesitaban ninguna otra asistencia. Esos primeros mineros, antepasados nuestros, que añadieron al duro trabajo el desplazamiento de los pueblos vecinos, padecieron de lesiones motivadas por el esfuerzo muscular, así como de reumatismo en los inviernos. Pero las lesiones más graves,  incluso mortales, se produjeron sobre todo desde la puesta en servicio del ferrocarril y el trabajo intensivo en los distintos filones. También la población en general se vio afectada por epidemias que asolaron nuestra región y causaron varias defunciones, como el cólera morbo asiático de 1885, la malaria o el sarampión.

Aunque sabemos que Deligny hizo traer de su país a capataces y mecánicos para el manejo de maquinarias y bombas de achique, no sería de extrañar que a partir de 1853  algún dispositivo sanitario estuviera al servicio de los trabajadores. Al traspaso de la actividad minera, el 27 de Octubre de 1866, de Víctor Mercier a Charles Tennant, los franceses ya habían construido en Tharsis un hospital, una escuela, y probablemente traspasaron  también un lazareto.

Con la normalización de la actividad minera, asegurando el trabajo para el futuro, esos mismos trabajadores se fueron asentando en los entornos del poblado junto a sus mujeres e hijos. Lo que  obligó a las Compañías a disponer de asistencia sanitaria que velara por la salud de los trabajadores, y que distintas reivindicaciones y disposiciones fueran ampliando a mujeres, niños, y jubilados.

Fue a partir de hacerse cargo la Tharsis Sulphur, cuando se dispone de crónicas sobre el establecimiento de unos servicios médicos organizados.  Servicios que prestaron tanto médicos venidos de Inglaterra como españoles.

Este dispositivo asistencial con que contó Tharsis en la época británica, lo constituían, además de médicos, un nuevo hospital construido a partir de 1873. Edificio desgraciadamente derruido, pero su recuerdo, que permanece en nosotros, con más motivo entre quienes formaron parte de su plantilla.

Médicos que para algunos suenan lejanos: D. José Díaz Riestra. D. José Ortega Collantes. Pero los  nombres de otros sí nos resultan más cercanos: D. Alberto, D. Antonio, D. Adolfo. D. Feliciano. O los practicantes: D. Carlos, D. Jesús.

Es una suerte haber contactado con D. Alberto Bervel, porque su relato nos recuerda una época pasada que recordamos con cariño. Nos habla de su vida entre nosotros. Su tarea como médico para toda una población que alcanzaba las 7000 almas. Su carta, amena  y sentida, nos informa de primera mano del quehacer de un médico que pasó entre nosotros “la década más feliz de su vida”. Guarda muy gratos recuerdos de aquellos años.  Y a pesar de su edad, aún recuerda a muchas de las personas con las que convivió.

Agradecemos su apoyo a la labor que realizamos y la respuesta inmediata a nuestra carta. Cuando por cercanía recurrimos a D. Carlos Cañada, este nos informó que su memoria dejaba mucho que desear, que D. Alberto sería la persona ideal. A los pocos días de nuestro escrito, ya nos llamaba por teléfono para colaborar en las cuestiones que le planteamos.

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MEDICINA Y MINERÍA EN THARSIS. 1956-1966. 1ª Parte.

Carta de D. Alberto Bervel


Mi estimado Sr. Gómez:

Mis cerca de 90 años de edad y los más de 48 transcurridos desde que me vine de mi querido y siempre añorado pueblo de Tharsis, hacen, sin duda, que mi memoria tenga muchas más lagunas que las manifestadas por mi entrañable y buen amigo D. Carlos Cañada.

He estado repasando estos días el blog “amigos de tharsis” y les felicito por todo su contenido e interés histórico, que me ha hecho recordar con añoranza algunos hechos y situaciones de los  años que pasé entre Vds. Intentaré complacerle, en lo que pueda recordar, contando con algunos datos y fechas que conservo de un escrito del año 1995, no divulgado.  Lo haré con todo el cariño que siempre he sentido por ese noble pueblo, y estando seguro de la reciprocidad de quienes me recuerden.

Llegué por primera vez a Tharsis el 31 de Agosto de 1956 para hacerme cargo de la plaza de médico del S.O.E., (Seguro Obligatorio de Enfermedad) que dejaba vacante D. José Ortega Collantes por trasladarse a Corrales, como Titular de la Compañía de Minas de Azufre y Cobre de Tharsis, S. L.,  en aquel Centro de Trabajo.  El único médico que había en el pueblo era D. José Díaz Riestra, Jefe del Servicio Médico de la Compañía, y además Médico Titular de A. P. D. (Asistencia Pública Domiciliaria), que en aquellos tiempos llevaba acumulada siempre un Cupo completo de cartillas del SOE, y la Beneficencia. (Asistencia para los que no tenían Seguridad Social).

Eran años gloriosos del pueblo en los que no había nadie en el paro, existiendo dos cupos completos de más de 600 cartillas de la Seguridad Social cada uno, a las que se añadían 200 cartillas de jubilados por cupo, y en menor cantidad las cartillas de Beneficencia.  El total de habitantes de Tharsis alcanzaba o superaba los  7.000.

En Septiembre de 1956, el personal sanitario del pueblo éramos D. José Díaz Riestra, el ATS (que entonces se denominaba Practicante) D. Carlos Cañada Ruiz, D. José Gervasini, farmacéutico, Dª. María “la Matrona”, y yo.  Mis cuatro  nuevos compañeros eran unos excelentes profesionales, asistiendo a los pacientes con una gran calidad humana y muy queridos del pueblo sin excepciones

A los 4 meses de mi llegada falleció en Diciembre,  D. José Díaz Riestra, tras breve enfermedad. En ese espacio de tiempo entablamos una buena amistad y me fue poniendo al corriente de todo lo relativo a la sanidad local. Pude comprobar su valía profesional, su bondad e integridad como persona, y el gran afecto que sentía por todos sus amigos y pacientes. Encomiable después de tantos años de ejercicio en el pueblo.

Tras su muerte, y por no tener compañero que me sustituyera, estuve al menos 8 meses sin poder ausentarme ni un solo día,  como único médico en el pueblo, y  nombrado jefe del Servicio Médico de la Compañía en el Hospital de Tharsis, al que más adelante aludiré.

Alosno tenía en aquellos años un solo médico, D. Isidoro Royo Cerrejón, al que no se podía pedir ayuda  porque, aunque la distancia de Tharsis no es grande, su pueblo requería su presencia física permanente. No tuve relación frecuente con D. Isidoro, pero lo recuerdo como buen compañero. En una visita a su casa, al comentarme que era radio-aficionado, quedé sorprendido cuando me llevó a una habitación toda ocupada por una magnífica emisora de radio. Un buen medio de evasión cuando, hasta unos años después, no dispusimos de T.V. en blanco y negro.

Por aquella fecha la Jefatura de la Compañía, dirigida por D. Guillermo Mackenzie, la formaban: D. Juan Pott,  D. Diego K. Pollock,  D. Alfredo T. Wilson, D. Tomás,  D. Juan Timony  y D. Juan Davis.  Los ingenieros españoles D. Alberto Gray, Jefe en Filón Norte; y D. Manuel Vázquez Marín en Sierra Bullones con el Sr. Wilson.

La Gerente del Hospital, Miss Phillis Trace Grey, se comportaba para los sanitarios, más como buena amiga que jefe. Tras mi marcha de la empresa y durante algunos años, nos seguíamos tratando y recibíamos con alegría sus cariñosas cartas. No me enteré de su muerte hasta años después.

La Organización Nacional de Servicios Médicos de Empresa (OSME), en Madrid, ordenó que al superarse el tope oficial exigido del número de trabajadores entre los tres Centros de trabajo de la Compañía. (Tharsis, La Zarza, Corrales), debería tener cuatro médicos en vez de tres, y el director, Mr. Mackenzie, nombró a D. Rafael Quintero Vázquez como segundo médico de Empresa en nuestro Centro de Trabajo. Con ello se alivió mi situación de único médico en el pueblo y empezó un hermanamiento, más allá de una buena amistad, con el Dr. Quintero, (fallecido hace algo más de tres años) y su familia, que  dura toda nuestra vida.

Al año siguiente, 1957, no recuerdo la fecha, fue nombrado D. Manuel Granell Fuertes (murió el pasado diciembre del 2013),  para ocupar con carácter interino la plaza de APD que dejara vacante  D.  José Díaz Riestra. En esas fechas, el Dr. Quintero se ausentó unos meses a Madrid para preparar  el examen de Médico Titular (APD), que aprobaría brillantemente.

En Abril de 1958 llegó a Tharsis D. Adolfo Pérez Arciniega, como propietario de la plaza del interino Dr. Granell, que se marchó a Bonares.  En aquellas fechas me encontraba enfermo por una rotura de tendones en la cadera izquierda, por lo que D. Adolfo tuvo que hacerse cargo de todo el trabajo médico, tanto en el Hospital como en el pueblo, hasta el retorno de Madrid del Dr. Quintero Vázquez.

Antes de darme de baja, estuve casi un mes haciendo las visitas cojeando, cada vez más, hasta que los últimos días, la Empresa puso un coche con chofer a mi disposición las 24 horas. Para entrar y salir del coche tenía que abrazar el muslo con las manos pues ya no podía levantar la pierna. Me rendí: 6 meses de reposo absoluto y año y medio haciendo mi trabajo con muletas. Finalmente curé sin secuelas.

Posteriormente el Dr. Pérez Arciniega se hizo Odontólogo, y pasado el tiempo, durante los 90, se trasladó a Huelva capital, donde ejerció como Médico Titular (APD) y Odontólogo, hasta su muerte en esta ciudad, hace unos años (d.e.p.).

Para terminar con la relación de compañeros sanitarios en Tharsis, diré que en 1958 tuvimos un refuerzo con la llegada del ATS, D. Jesús Tocino Vizcaíno, para ocuparse de una parte de las cartillas de la seguridad Social que asistía D. Carlos Cañada. Estuvo allí más de 12 años y seguí conservando una buena amistad, que se continuó con su venida a Huelva, donde tenía una Ortopedia, casi enfrente de mi domicilio actual. (Ha fallecido inesperadamente  hace 3 días, el 13/2/2014). (d.e.p.).

Finalmente, en Febrero de 1961 llegó al pueblo D. Feliciano Díaz Riestra (hermano de D. José), como Médico en propiedad de la plaza del Seguro que yo tuve en interinidad más de 5 años, y que desempeñó hasta su jubilación, pasando después a residir en Huelva, donde falleció hace bastantes años. (d.e.p.).

Continuará...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impagable artículo. Felicitaciones por la idea de contar la inédita historia reciente del pueblo por boca de quienes participaron activamente en la misma. Os animo a seguir en esa línea.

Amigos de Tharsis dijo...

Gracias por tu apoyo. La verdad que tenemos recopilada bastante información en nuestra Web que daría para ser impresa, pero Internet permite el contacto inmediato. En la mente de todos nosotros están personajes que tendrían mucho que contar de nuestra historia, pero desgraciadamente ya es imposible. Cuanto no hemos echado de menos no haber hablado con este o con aquel, que conocimos de pequeño o en nuestra juventud, y lo de cosas que nos podían haber contado. Incluso nuestro Patrimonio, del que podíamos tener más documentos gráficos. A esto se vino a referir D. Alberto, que se lamentó también de no tener más fotos de un edificio del que se sentía orgulloso. A D. Feliciano sí que le hicimos una entrevista para la revista del Club Juvenil.