viernes, 4 de junio de 2010

EL HOTEL COLÓN Y SUNDHEIM (2ª PARTE)

INAUGURACIÓN DEL HOTEL COLÓN, 26 / Junio / 1883. Discurso de Sundheim

En nombre de los Directores, en nombre de los accionistas de este establecimiento, a los cuales me complace ver en buen número aquí reunidos, os deseo la bienvenida y doy las gracias a las dignísimas autoridades, representantes de la prensa, y demás señores que han tenido a bien honrarnos con su asistencia en esta inauguración.
Con rogarles brindasen conmigo a la prosperidad del Hotel Colón podría dar por cumplida mi tarea de hacer un discurso, tarea para la cual nunca me he sentido con aptitudes, pero creería faltar a vuestra natural curiosidad, a los sacrificios hechos por los accionistas para montar un establecimiento modelo, en fin, a mi deber de individuo del Consejo de Administración, si no dijera algunas palabras en explicación del origen y porvenir de la fonda Colón.
Durante más de veinte años, casi cada año he hecho un viaje más o menos largo al extranjero: pocas personas tendrán motivo para hacer comparaciones tan diversas como yo.
La idea general que de España se tiene en el extranjero va modificándose, desde que el joven monarca de España ha dado pruebas al mundo de saberse captar por su talento las simpatías de su pueblo y desde que el país ha comprendido que, fuera de la paz y del orden, no hay más que medro para unos y miseria para la generalidad.

Y el decir que va modificándose la opinión general, es equivalente a decir que aún falta bastante para que sea buena; las relaciones internacionales son de mayor trascendencia cada día; la filosofía de Diógenes que le llevaba a vivir en un tonel, solo tendría sentido común estando dicha vasija llena de buen vino. Un pueblo no se puede aislar; y a riesgo de quedar a retaguardia, tiene que entrar con actividad en la marcha progresiva de la civilización.
Hace cuatro años que en los baños de Kissingen decidimos enlazar Extremadura con Huelva, su puerto natural: pasando de Baviera a Inglaterra, el mal estado del mar me detuvo un dia en Ostende: era en la temporada de baños y el Kursal estaba lleno de millares de personas. A mi lado discurrían dos familias sobre proyectos de viaje, aconsejando la una a la otra abandonase la idea de ir a España, donde para comodidad de los viajeros los trenes correos solo enlazan con los trenes mixtos, como sucede en Madrid, donde el título de fonda no es más que un nombre que sirve de disfraz a albergues de donde el infeliz viajero sale por todos los conceptos destrozado; donde la mendicidad en las grandes capitales suele ser la industria más floreciente, siendo sobre todo las señoras extranjeras acompañadas en sus excursiones para visitar monumentos por familias enteras de mendigos. Por el mismo dinero, añadieron, estarán Vds. mucho mejor en Italia.
Desgraciadamente tenían razón. Nada se hace aquí para facilitar los viajes y atraer a los viajeros: en Irún donde, en honra sea dicho de la administración de Aduanas, mucho se ha mejorado su intervención en sentido fiscal y de justicia para todos, se cometen torpezas con señoras inglesas, que viajan con criados y doncellas para pasar el invierno en Andalucía, registrando hasta los más pequeños canastos y haciendo pagar derechos hasta por un kilo de lana que traen para bordar. En Madrid les dicen a los inválidos que llegan por el expreso, que para seguir tienen que tomar el tren mixto de Andalucía: en Sevilla, si quieren entrar, lo mismo que en Huelva, tienen que sufrir nuevos registros de equipajes, como si no hubiesen pasado ya en la frontera por esta molestia.

En cuanto a la estancia en la mayor parte de las fondas, es sencillamente penosa por las malas habitaciones, el peor servicio y la pésima alimentación, mientras que las cuentas son exorbitantes y fuera de proporción con las comodidades que en otros países por el mismo y por menos gasto se ofrecen al viajero.
No cabe duda que el turista, por el mismo dinero lo pasará infinitamente mejor en Italia, donde se hace todo lo posible por atraerle, que en España, donde nada se le ofrece aparte de hermosos monumentos, más que cuentas monumentales.
Y tal estado de cosas se traduce en la pérdida de muchos millones para España, el desconocimiento de las ventajas de este hermoso país y una opinión errónea sobre sus habi¬tantes.
No titubeo un instante en afirmar señores, que aún hoy día en Alemania, por ejemplo, entre la masa del pueblo, menos asusta la idea de un viaje al centro de los Estados Unidos que a España.
Tiempo es que el amor propio, el patriotismo de este país se despierte y contribuya a mejorar un estado de cosas tan humillante.
No sé el juicio que de si mismos formarán los miles de españoles que en verano pueblan los primeros hoteles de Biarritz y Paris, hablando poco bien de su propio país, donde nada hacen para mejorarlo, gastando rumbosos no pocos millones, contrastando en todas partes con la modestia de los demás extranjeros, incluso los italianos que, más cuerdos, saben hermosear su casa, y en la ajena solo gastan lo superfluo; pero sé, señores, lo que de ellos, opinan los demás, y es que son el manjar enviado por la Providencia para ser devorado por el lujo y la sensualidad de París en turno con los brasileños, rusos, peruanos, y egipcios que ya han sido despachados; y los que con destreza sin igual, agasajando la vanidad, les extraen hasta la ultima moneda, saben –porque las víctimas a veces lo confiesan,- que al pasar los Pirineos vuelven a los garbanzos para poder al año próximo volver a imponer a los industriales franceses con sus rasgos de esplendidez castellana.

La verdad suele ser amarga; conozco que muchos no me la agradecerán; pero cuando creo hacer un bien, digo mis pensamientos, indico los remedios y pongo manos a la obra en la mayor o menor escala que las circunstancias me lo permitan.
En este asunto, la obra es el Hotel Colón.
Creo que todos ustedes, aplaudirán la obra en su conjunto y, según los casos, dirán dentro de si mismos: ¡qué lastima que no esté esta fonda en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Granada! , porque después de todo, en Huelva, una pequeñísima capital de tercer orden… ¿Quién ira a Huelva?
Me adheriré quizás dentro de algunos años a la opinión de la mayoría; pero lo que es por hoy, señores, con la fe que tengo en nuestra obra y en el creciente desarrollo de los recursos de este país, predigo un buen éxito a la empresa.

Continuará…



Quienes hayáis seguido el tema y buscado información, habréis encontrado alguna como esta:






3 comentarios:

maybe dijo...

I'm appreciate your writing style.Please keep on working hard.^^

Amigos de Tharsis dijo...

Maybe. Gracias por tu apoyo. Si el traductor de Google no miente es lo que nos vienes a decir en inglés. Nuestro trabajo nos cuesta, pero vuestro estimulo es de agradecer.

Dique Pino dijo...

Hace tiempo que no escribía nada y hoy quería decir algo, aunque no escriba sigo viendo vuestro trabajo digno de mención.
Aunque me voy no me ausento....