jueves, 13 de noviembre de 2014

Tharsis. Minería y otras ocupaciones. 1ª Parte


Cuando hablamos de la actividad minera desarrollada en Tharsis en el último siglo, nos viene a la memoria los distintos oficios que desempeñaban nuestros antepasados. Unos, relacionados directamente con lo que entendemos por extracción y exportación, que es a lo que se resumiría el trabajo de las compañías mineras. Pero otros muchos fueron necesarios para mantener la actividad principal y  la autosuficiencia a la que se vieron abocadas las empresas. 

Una evolución similar ocurría con la comunidad que se fue formando atraída por el trabajo en la mina. Algunas necesidades: salud,  educación, economato, ocio; se fueron cubriendo auspiciadas principalmente por las empresas. Otras fueron cubiertas por los propios habitantes para contribuir a la economía familiar, o por personas venidas de fuera que desempeñaron distintos oficios. Surgieron así, no solo comercios para abastecer todo tipo de productos, también tabernas y  bares, junto a otros profesionales que de forma más o menos declarada ejercían otros oficios: panaderos, zapateros, peluqueros, relojeros, modistas,  diteros, etc.  

Una comunidad en definitiva, dispuesta a prosperar y arraigar en un poblado minero utilizando su ingenio para la supervivencia.

Las dificultades agrícolas en una comarca como el Andévalo han venido impuestas por un terreno poco propicio y por una meteorología adversa, por ello, la llegada de empresas extranjeras, dispuestas a utilizar mano de obra para un recurso durante siglos abandonado, supuso un verdadero acontecimiento.

Pero la adaptación de los andevaleños al medio se remontaba mucho más atrás que a la llegada de Luciano Escobar o Ernesto Deligny. Adaptación que había pasado y pasaba por el contrabando, el estraperlo. Y donde nace una nueva comunidad con sus carencias y necesidades, allí prospera un comportamiento considerado habitual.

A pesar de las guerras mantenidas con Portugal, la cercanía de nuestros vecinos siempre ha permitido un intercambio de bienes a ambos lados de la frontera. Las necesidades eran detectadas por los contrabandistas para comerciar con los productos que tenían demanda en la parte española y, ahorrándose  los impuestos que gravaban su consumo, introducir ilegalmente  la mercancía  que vendían a precios inferiores al de mercado.

Este comercio de contrabando aunque ha existido desde siempre, en los periodos de crisis aumentaba el número de hombres y mujeres que ejercían de contrabandistas. Dos épocas cercanas de nuestra historia fueron de los últimos repuntes que lanzaron a los andevaleños a cruzar el Chanza y adentrarse en Portugal: la guerra civil y la segunda guerra mundial.

Pero si en la mayoría de los casos este comercio de menudeo entre una frontera y otra fuera una necesidad de supervivencia, también, estando bien organizado, podía contribuir a cierto grado de prosperidad.

José Antonio Gómez Marín, en un escrito de 2004, viene a relatar los comienzos de Francisco Limón Rebollo (alcalde de Alosno, diputado provincial,  y gobernador civil de Huelva) que, “enamorado de una prima ricacha del pueblo, (Bella Caballero Rebollo) hubo de buscar fortuna con las dificultades que presentaba para esa hazaña un pueblo que vivía prácticamente de la minería y del contrabando. Su ocurrencia fue, precisamente, “organizar” este tráfico inocente –hablamos fundamentalmente de contrabando de café y otros productos coloniales portugueses—con tan espectacular acierto que, en muy pocos años, la “empresa” pudo especializarse en la compra de concesiones mineras y en un negocio próspero que resultaría definitivo para la suerte de la familia: el arriendo de los “consumos”…”

Si bien quienes cruzaban el Chanza eran hombres, inclusos niños de 14 o 15 años, las mujeres se dedicaron más a su distribución una vez descargadas las mochillas repletas que venían de Portugal. Ellas entregaban los encargos o lo hacían llegar a la capital, y los mochileros a reanudar una nueva partida con nuevos encargos.

Como comenta Gómez Marín, eran principalmente mercadería de ultramarinos, siendo el artículo más demandado el café, que Portugal importaba de sus colonias, y entre nosotros tenia gran demanda, al igual que azúcar, o harina.


Continuará...

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