viernes, 23 de marzo de 2012

THARSIS EN LAS VÍAS ROMANAS


El estudio de nuestro pasado sigue interesando a un grupo de personas que, dadas las enormes posibilidades de intercambiar  o divulgar información a través de Internet, van acumulando datos a un asunto para confirmar o rechazar hipótesis.
La red viaria construida por nuestros antepasados romanos sigue siendo objeto de estudio que se expone en libros, ponencias, o tesis. Incluso hay, quienes se lanzan al campo a la búsqueda del trazado de esa importante red de comunicación, estableciendo comparaciones entre las distancias que aportan el Itinerario Antonino, o el Anónimo de Rávena, con la ubicación de poblaciones que han destacado en su pasado minero, y de las que tenemos constancia. Donde la hipótesis que el Tharsis actual se corresponda con el antiguo asentamiento romano de Ad Rvbras es debatida por arqueólogos e historiadores.

Unánime es la importancia concedida a Tharsis en la Hispania romana, y en base a ello estaría comunicado con otras poblaciones. No sólo para exportar metales, también, porque fuera base o destacamento del sistema defensivo que la organizada Roma tenia establecido para la protección de sus vías de comunicación.
Hace varias semanas nos comunicábamos con alguien, investigador de estas vías, y nos preguntaba sobre el acceso a Tharsis desde Sanlúcar de Guadiana pasando por el Granado; pues  habiendo efectuado parte del recorrido, detectaba que parece no corresponder con la antigüedad ni construcción romana. (Este trazado: Tharsis-El Granado-Sanlúcar de Guadiana, pasando por el cabezo de Pico Plata y cabezo de la Plata, ya fue propuesto, entre otros, por Bendala Galán, página 132. Lo pueden consultar aquí)

Y planteando estas dudas con el profesor Pérez Macías, este le indicó la posibilidad: Ayamonte-Villablanca-Castillejos-Tharsis/Alosno. Como no tenemos constancia que nadie haya realizado el trayecto a la inversa, saliendo de Tharsis dirección a Sanlúcar, no pudimos infórmale al respecto.
Pero sí sabemos que el trayecto Tharsis-Castillejos se correspondería con un camino que, hasta mediados del siglo pasado, ha sido utilizado por vecinos de Tharsis para desplazarse a pie, o a lomos de caballería, hasta Villanueva de los Castillejos. Camino que, como saben, pasa por la Huerta Grande y puede desembocar indistintamente en Filón Norte o Filón Sur. Este último destino vendría a confirmar la importancia que, por los hallazgos arqueológico, siempre ha tenido la zona del “Tenis”. Donde, aparte del descubrimiento de la estatua depositada en el Museo de Huelva, o el collar de oro encontrado en la corta de La Esperanza, han aparecido monedas, tumbas, vasijas, y otros objetos ocultados o rapiñados. Hablando con las personas mayores del pueblo, reconocen que en esta zona, cuando trabajaban en La Compañía, se hicieron muchos descubrimientos. Tampoco pasamos por alto el gran depósito de escorias colindante con Filón Sur, lo que atestiguaría la importancia de la zona. Ya comentamos la revelación que un directivo de La Compañía le hizo a Pinedo Vara en su visita a Tharsis, sobre los restos de mercurio encontrado en las prospecciones efectuadas. Que confirmaría el laboreo antiguo de esta mina para la extracción de oro, el metal más apreciado de todos.

(Sobre la importancia de la zona que hablamos, conocida por “Pico del Oro”, el nombre sólo ya tiene misterio, pueden consultar desde  la página 98 entrando aquí)
Nos aportaba este comunicante, que había leído en una publicación editada en Portugal, la posibilidad de que Tharsis estuviera comunicado con la población portuguesa de Corte do Pinto, no muy lejos, como saben, de las minas de Santo Domingo. Y nos enviaba una foto sobre el posible trazado de esa vía, que siguiendo la carretera de Cabezas Rubias, a la altura del recinto de  Santa Bárbara, se desviaría a la izquierda. Este camino, que se ha conocido en Tharsis por “camino de la Utrera”, pasaba por el montículo del mismo nombre. Que fuera de época romana o no, es cuestión a investigar, pero sí que está en el trayecto de un fuerte militar de la época, estudiado por Pérez Macías.  (Pueden acceder al blog de las vías romanas, donde se han fotografiado diversas calzadas, entrando aquí)
Los restos de esta  fortificación se encuentran en el término de Paymogo, conocido por el Castillito. Y si ustedes se toman la molestia de situar en el mapa este fuerte romano en dirección a  Tharsis, comprobaran que su cometido de vigilancia para el transito de personas y mercancías, cubriría gran número de explotaciones mineras operativas de la época, y muchas, vueltas a ser laboradas en el boom del XIX.
Os dejamos a continuación la parte final del trabajo referido, que con el título: “Un castellum Romano en las minas de la Rivera de Malagón” presentó el profesor Pérez Macías en la primera jornada de Patrimonio del Andévalo, celebradas en Alosno, donde se describía la importancia de la minería en toda la zona que hoy conocemos como Faja Piritica, que uniría la provincia de Huelva con el Alentejo portugués. Y la trascendencia que para nuestros antepasados tenían estas vías de comunicación, sobre  las que se articulaba el desarrollo económico y administrativo de Hispania.

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MINERÍA Y MONARQUÍA MILITAR EN ÉPOCA DE AUGUSTO.

Se suele señalar que la minería romana está presente en todos los tipos de yacimientos metálicos, y eso es cierto, la exploración minera llevada a cabo desde época republicana en Sierra Morena, que continuó hasta época augustea, no tiene parangón e incluso puede apuntarse sin temor a exagerar que supera a la fiebre minera que se produjo en la segunda mitad del siglo XIX. Esa intensa actividad de exploración no vino acompañada generalmente de la apertura de pozos de explotación, que quedaron reducidos a aquellas minas o masas que ofrecieron expectativas de éxito. La minería era, como hoy, una empresa en la que se exponían capitales con el horizonte de obtener ganancias, y la moneda huye de los negocios sin futuro claro. De este modo, la atención de Roma se dirigió sólo hacia aquellos cotos mineros cuyos crestones gossanizados delataban las riquezas que se encontraban en su vertical. En estos yacimientos no se albergaban dudas de que con una buena organización podía sacar el Estado enormes beneficios. Además, el metal era moneda, de oro, de plata o de cobre, y se resolvían problemas de abastecimiento monetario. Desconocemos si esa avalancha de itálicos que emigró a Hispania en época republicana en busca de minas como negocio rápido, estuvo auspiciada por Roma (BLAZQUEZ MARTÍNEZ, 1970). No es probable, ya que seguía los pasos de la minería de las explotaciones bárcidas en la zona de Cartagena (DOMERGUE, 1990; RAMALLO y BERROCAL, 1994) y Linares-La Carolina (DOMERGUE, 1990; ARBOLEDAS MARTÍNEZ, 2010), y no se alejó tampoco de los distritos mineros más próximos a Córdoba, la capital provincial (DOMERGUE, 1990; GARCÍA ROMERO, 2002). Sin embargo, en época imperial los distritos mineros del suroeste (Faja Pirítica Ibérica), prácticamente abandonados desde época Orientalizante, si harían necesaria una intensa exploración para incentivar a que posibles arrendatarios se arriesgaran en estas empresas.

Una vez pacificada definitivamente Hispania en época de Augusto, la maquinaría imperial se puso en marcha para la óptima explotación de los recursos. La articulación territorial se cimentó sobre las nuevas deductiones coloniales que a modo de propugnacula Augusti fueron los núcleos a partir de los cuales irradiarían los cambios que se van a ir produciendo en el entorno del nuevo escenario de poder de Augusto y sus sucesores. No es una simple coincidencia que comiencen ahora las explotaciones mineras de oro en el noroeste peninsular, pues como hemos ido reiterando a lo largo de las páginas anteriores en época de Augusto hay que situar también el despegue de la explotación minera en el suroeste, cuyas producciones de plata y cobre van a suplir a las producciones del sureste y Alto Guadalquivir, muy esquilmadas por el intenso laboreo de épocas bárcida y romano-republicana.
Las riquezas en minerales de estas comarcas del suroeste eran enormes, y los niveles de enriquecimiento supergénico de sus yacimientos se encontraban intactos. La minería prehistórica y protohistórica se había concentrado en la explotación de las zonas superficiales. La nueva técnica del pozo (puteus) y galería (ternagus) va a llegar a los enriquecimientos secundarios, y va a descubrir una minería de enormes posibilidades, tanto por la propia envergadura de las masas polimetálicas, como por la larga lista de yacimientos minerales, en algunos puntos tan solo separados unos de otros por no más de un kilómetro. La explotación tuvo que comenzar por aquéllos que ya habían sido explotados desde época Orientalizante (Riotinto y Tharsis). Desde estas cabeceras se va a ir desplegando la exploración por todas las evidencias mineras en la Faja Pirítica y en Ossa Morena, hasta el punto de que no hay mineralización que aflore al exterior que no fuera al menos explorada en época romana. Esta capacidad de exploración ya la comentaron los geólogos e ingenieros de minas del siglo XIX, y muchos de los denuncios de este siglo estuvieron auspiciados por los escoriales romanos, una prueba palpable de la riqueza que tenían esos yacimientos.

Los bronces de Aljustrel nos ofrecen una magnífica información de cómo era el sistema administrativo de estos distritos mineros en el siglo II d.C. (DO- MERGUE, 1983), pero sobre momentos anteriores no tenemos ninguna certeza. Por ahora sólo la arqueología y el análisis espacial del patrón de asentamiento romano en estas zonas mineras pueden ofrecernos guías en la investigación. El modelo de castramentatio de estos distritos mineros de la Faja Pirítica que estamos defendiendo nos ofrece una primera pauta, la exploración y las primeras explotaciones estuvieron sujetas a un sistema de inspiración militar en el que la administración y el control del territorio estuvo en manos del ejército. Los bronces de Aljustrel nos detallan que todavía había soldados en las minas en el siglo II d.C., pero las minas ya no eran territorios militarizados, la antigua red de castella  se había abandonado y el ejército se ocupaba de labores de policía (LE ROUX, 1989).

Estos castillos se encuentran relativamente alejados de los poblados mineros y su disposición no está relacionada directamente con el trabajo de minería, con la exploración o la explotación, sino con la vigilancia del territorio y de las vías de comunicación. Extensos poblados mineros sólo se encuentran en Riotinto (Uríum, Cortalago), Tharsis (Rubrae, Filón Sur) y Aljustrel (Vipasca, Algares), y el resto de los poblados mineros serían de escasa entidad, por lo que esos poblados ejercerían de lugares centrales de sus cuencas mineras. Aunque su categoría jurídica no fuera privilegiada (vici), desempeñarían el mismo papel que las ciudades, y albergarían contingentes militares más numerosos (praesidía), tipo de asentamiento al que responderían el Cerro del Moro en Riotinto y Morro de Algares en Aljustrel (PÉREZ, MARTINS, BUSTAMANTE, y DELGADO 2009), y que tenemos confirmado por la mansio de Praesidium en la vía que desde el puerto del Guadiana se dirigía a Tharsis (BENDALA GALÁN, 1987). El sistema administrativo a partir de estos vici, praesidia y castella, que se reparten regularmente por todo el territorio, dejó de ser útil cuando después del período de fiebre minera de la primera mitad del siglo I d.C., la explotación se concentró en aquellas minas cuya rentabilidad todavía atraía a concesionarios (conductores), Riotinto, Tharsis y Aljustrel, únicos asentamientos con niveles de ocupación posteriores a mediados del siglo I d.C.

Este cambio estaría acompañado de ese nuevo sistema administrativo sujeto a la autoridad de funcionarios civiles del fiscus que se concreta en los bronces de Aljustrel. Las labores de administración y mantenimiento de las minas por parte de la caja imperial, que poco a poco había ido haciéndose con la propiedad de las minas, serían tareas primordiales que se dejaron a cargo de los funcionarios imperiales bajo la autoridad de un procurator metallorum, generalmente liberto imperial. Las fuerzas militares estarían concentradas en esas tres minas y no dispersas por el territorio como en la etapa de la exploración minera.

  Juan Aurelio Pérez Macías. Universidad de Huelva

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante.

Yo siempre había pensado que el camino de los romanos a Gibraleón iría por la Rivera de Agustín aunque en la web de las fotos pone que iba por el camino viejo.

Aunque no lo mencionáis en ninguna de las 2 web, también pude ver hace años cuando aun se conservaba el camino romano que iba de Tharsis a Aroche.

Un saludo y a ver si subes algunas fotos para los que estamos lejos.