VANDALISMO EN LA OFICINA DE FILÓN NORTE

El pasado sábado 2 de Octubre, durante la exposición en el Casino, tuvimos la oportunidad de hablar con algunos amigos. Nos dieron la triste noticia que al día siguiente acudimos a comprobar. Dejaremos para la próxima semana las fotos que hicimos de la inauguración y los comunicados que se leyeron. Esta información que os dejamos hoy nos parece más importante.

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A veces piensa uno que las desgracias nunca vienen solas, o que se parecen a las plagas de Egipto, todas seguidas. También se nos pasa por la mente cuanto de maldad acumulamos, y recordamos algunos versos de Antonio Machado que popularizara Serrat:

El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.

Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

Lo que vimos el domingo en la oficina de Filón Norte, hasta hace poco cerrada a cal y canto, aparte de rabia nos dio mucha pena. No sólo porque nos retrata a todos, justos y pecadores, también porque este expolio se podía haber evitado.

El daño que hemos podido comprobar se ha cometido en una propiedad, que su dueño, o dueños, han podido evitar. Si ya tenemos la experiencia del lamentable estado de Talleres, la Estación, la Central eléctrica, el Parque ferroviario y de vehículos, ¿cómo es que no se tomaron medidas, si además el dueño, o dueños, tienen asesores, incluso universitarios?.

Sospechando que pudiera pasar esto se debió clasificar toda esta documentación, apartando la que no tuviera valor y el resto guardarlo, o entregarlo donde se pudiera custodiar. Hemos visto documentación no sólo de Tharsis, también de la Zarza o de Corrales, y seguramente estos ayuntamientos recogerían con agrado estos documentos esparcidos por el suelo, cuando no deteriorados.

De poco sirven lamentos cuando nuestro Patrimonio, por lo que se ve, no interesa a casi nadie. Tendremos que reconocer cuanta razón asiste a quienes escuchamos decir que tenemos lo que nos merecemos. Nunca hemos visto tanta desmotivación, tanta apatía y pasotismo juntos. Da igual ser que parecer, perder que conservar, o blanco que negro. En esa arcadia feliz vivimos, maldiciendo nuestro sino pero culpando de ello a quien sea antes que hacernos responsable de algo. Aguardar a que el viento nos mueva, o esperar que otros solucionen nuestros problemas. Mientras, el tiempo nos marca cada día con más desgana y justificamos la derrota de un combate que siempre rehuimos.

No es que interesen unas cosas más que otras. No es que tengamos una escala de valores. Es que interesarse por algo nos parece absurdo. Es que tener valores, o principios, consideramos que nos afea más que nos adorna. Preferimos vivir en un mundo al revés, conformarnos con el somnífero que disfrutamos de la mejor realidad posible, y pensar, y menos opinar, es de desafectos incorregibles.

Esto parece no tener remedio. Vamos al olvido, cuando no al desprecio, de nuestra historia.