A estas alturas ya se han
publicado decenas de análisis sobre las elecciones andaluzas, y los hay para
todos los gustos.
El PSOE, con la que está cayendo,
ha revalidado sus 47 escaños. Sigue imperturbable sin que parezca afectarle
ERES, Formaciones Continuadas, ni Griñanes o Chaves. Después de lo de Irene Sabalete no cabe duda que está instalado
en el cacicato y nos consideran parte de su cortijo.
En lo que no parecen muy de
acuerdo los analistas es cuando interpretan la posible desaparición del
bipartidismo, y que sea bueno o malo. Ejemplos hay en la historia, en los
parlamentos Europeos, y en nuestras comunidades y ayuntamientos; donde el
bipartidismo ha funcionado y los países han progresado. Cuando los parlamentos
son pluripartidistas la estabilidad parece
durar menos y los conflictos más. Un ejemplo, Italia en los años 70, con
gobiernos de cinco partidos y crisis periódicas.
No es para sacar
conclusiones, que las elecciones del
pasado día 22 propicien el fin del
bipartidismo y sus ventajas para la democracia, sin esperar acontecimientos.
Hasta el día de hoy tenemos
claros ejemplos de la influencia perversa que han ejercido pequeños partidos políticos,
que unido al afán de poder, a toda costa, que han tenido los grandes (PP- PSOE),
han conseguido condicionar la política de Estado. Recurriendo a la demagogia,
el victimismo y los “derechos históricos”, que es a lo que se dedican el PNV, CIU y BNG, entre otros.
La salud democrática de un país no
se mide porque más fuerzas políticas accedan a los parlamentos. Se mide
garantizando la seguridad jurídica y los derechos individuales de todos los
españoles. Que las Instituciones cumplan y hagan cumplir las Leyes. Que exista
una real y efectiva independencia judicial. Después, que las Cámaras estén
formadas por dos, o por cuatro partidos, es menos trascendente.
P.D.
Nuestra amiga Patricia sigue
promocionando nuestra historia con nuevos recorridos por el entorno. Os dejamos
dos carteles al respecto.
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