Estos días hemos conocido la
desaparición de una página Web, “por Andalucía libre”, en la que solíamos
entrar para informarnos. Donde se describe la situación andaluza:
“Esta revista digital nació en
2006 con el fin expreso y explícito de ayudar al cambio en Andalucía en
dirección a una sociedad abierta, culta, tolerante y próspera. Teníamos
enfrente a todo un régimen monopartidista impuesto subrepticiamente a los
andaluces tras la fachada de una socialdemocracia moderna. Lejos de respetar a
los ciudadanos y sus derechos y libertades, a la democracia y sus reglas
básicas de convivencia, aquel PSOE, del que es heredera hoy Susana Díaz con el
inesperado y decepcionante apoyo de Ciudadanos, intentó y logró penetrar todos
los recursos y resortes de la sociedad andaluza, desde su economía y agentes
sociales a sus medios de comunicación, desde la administración pública a la
sanidad o la educación, desde la justicia a la sociedad civil.
Apenas nada ha quedado fuera
de su injerencia y/o control directo y pocos han podido y/o querido escapar de
esta asfixiante y perversa presión más propia de regímenes populistas. Su
apropiación de los símbolos andaluces y de la esencia política e histórica de
la región andaluza fue la consecuencia. Mutatis
mutandis, el PSOE ha sido a Andalucía y a los andaluces lo que el
nacionalismo catalán ha sido a Cataluña y a los catalanes en el aspecto
identitario, en el aspecto de control y presión e incluso en el aspecto de su
corrupción”.
Ahora, que el “mantra” de lo
políticamente correcto lo envuelve todo y a todos, no parece sí no que la única
verdad es la oficial, la que emana del poder, por supuesto. Decía el
expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, que “en Europa es muy fácil hablar de
paz y muy arriesgado hablar de seguridad". Claro, y en España mucho más.
Paz, bendita palabra que
pronuncian desde los humildes hasta los asesinos. Cuantos actos se organizan en
su nombre para no hablar de lo que denuncia Uribe. Cuan compungidos nos
manifestamos por cualquier guerra, pero no decimos cómo acabarla. Cuánto dolor
nos trae, ahora, recordar la que ni siquiera vivimos; pero fingir es preferible
a separarse del redil.
Se retuerce el lenguaje y se
miente para parecer lo que no se es. Donde periodistas y medios transigen para
no ser tachados de desafectos.
La celebración del 4º centenario de Cervantes, como en cualquier
otro acto, es aprovechado por los políticos de turno para cimentar la losa de
la corrección política. Y argumentando que no desean “politizar” la
celebración, montan una astracanada en el Parlamento que hasta el “manco de
Lepanto” estaría revolcándose de desprecio en su tumba. Todo para que nadie se
moleste y así pescar a diestra y siniestra.
Como sí don Miguel de
Cervantes no se hubiera señalado políticamente, nos guste o nos disguste.
Primero como militar, luchando por España, la religión y su Rey. Después,
soportado un penoso cautiverio que pudo haber evitado renegando de su fe. Y
terminando, porque nadie como él dio tanto esplendor a nuestro idioma, el
español, hoy día despreciado y perseguido en algunos territorios de España.
Vamos, que desde el parlamento
inglés tratan a Shakespeare con la bufonada que ha sido tratado Cervantes, y se
les cae el pelo.
Esto de engañar hasta llegar a
la poltrona, o estando en ella, es tan antiguo como el mundo, por mucho que no
lo queramos ver. Discursos serviles para cazar incautos se divulgan
diariamente. Incluso se siente tal desprecio por las personas, que públicamente
se confiesa que la manipulación se practica para vendernos una mercancía que
nadie compraría en su sano juicio. Al estilo del líder de Podemos, que ante las
cámaras no se corta para decir que “para follar uno se desnuda, y para ligar se
acicala bien”. Así, cuando con lo segundo le has dado tu voto, de lo primero
“no te salva ni Mackay”.
Lo dijo su admirado Vladímir:
“la mentira es un arma revolucionaria” y, o te la crees, o te mandan a
disfrutar al GULAG.
Pero que estos políticos renieguen
y desprecien al autor de la novela más universal de la literatura, refleja
meridianamente la catadura de semejantes representantes. Claro ejemplo de la
ineptitud para alcanzar ningún buen propósito. Si lo que es reconocido a nivel
mundial, que D. Miguel de Cervantes Saavedra, con su Don Quijote de la Mancha,
influyó en toda la literatura posterior hasta nuestros días; qué cabe esperar
para que alcancen acuerdos en cuestiones más mundanas; donde cada partido
político tiene dos y tres opiniones distintas.
Aunque todo progresa
aceleradamente por la realidad virtual que disfrutamos. Y cualquier
acontecimiento se adereza adecuadamente para que no olvidemos quienes son los
buenos y quienes los malos.
Pues que siga la fiesta.
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