Cualquiera de nosotros conectados
a Internet recibe en su correo, o en su móvil, información en forma de cadena
que circula por la red. Asuntos tan dispares como rebuscados: frases para
exaltar nuestro ánimo; la metedura de pata de cualquier personaje; la
estrategia a seguir para ahorrar algo; o el apoyo a cuantas cusas perdidas o
ignoradas ocurren por el mundo. Y ya que por este medio todos podemos
convertirnos en emisores, la información que divulgamos puede no ser del todo
veraz.
Viene esto a colación de un
gráfico que hace tiempo habíamos visto por Internet sobre una representación de
escritores andaluces ubicados por provincias. Lo consultamos por curiosidad, comprobando que la provincia de
Huelva nos pareció que estaba bien representada, pero luego, recorriendo otras
provincias, notamos en falta escritores que en nuestra juventud no nos habían
sido desconocidos. Por ejemplo, pudimos ver que en Sevilla no figuraba Manuel
Machado, ni los hermanos Álvarez Quintero; o que en Cádiz no figuraba Muñoz
Seca, autor teatral al que habíamos representado alguna obra de teatro de
cuando el Club Juvenil.
Después, y con la posibilidad que
te da Internet de investigar sobre otros escritores que no figuran en ese
gráfico, llegamos a la conclusión que se ha podido confeccionar al libre
albedrío del autor, sin todo el criterio literario o histórico
necesario. Y eso es, cuando
menos, poco serio, pues al autor que
difunde cualquier información le debería preocupar que puedan contradecirle.
Un estudioso de los medios, McLuhan,
ya había definido la trascendencia que tienen estos en moldear la percepción y
la opinión de los usuarios, afirmando que mucho más que el contenido, el “medio
es el mensaje”.
Hoy día, cuando todos formamos
parte de la “aldea global”, otro concepto usado por McLuhan, los medios tienden
a conformar la opinión de la gente, y a nivel general solemos tomar posturas en
muchas cuestiones, por el conocimiento que sobre ellas hemos recibido de los
medios; pues como pregona el eslogan publicitario de una emisora de radio,
“eres lo que escucha”, no hace más que
ratificar la influencia para divulgar
argumentos a radioyentes y teleespectadores.
Aunque nos llamara la atención el
gráfico sobre los escritores andaluces, este poder de influencia se explota desde
los medios hasta por los más ignorantes de la “aldea”, llegando incluso a
considerarnos deficientes por las falacias que difunden.
Si la invención de la imprenta
supuso en su día la más depurada
herramienta para divulgar opiniones y llegar a la mayoría de la
población, los medios audiovisuales de hoy han aumentado exponencialmente esa
capacidad de influir en todos nosotros.
Por cierto, en Huelva seguramente
merecían destacarse otros autores quizás menos conocido por los difusores de
escritores andaluces: como Rogelio Buendía, padre e hijo; el sevillano Rodrigo
Caro, que tiene calle en Huelva; o el cronista Díaz Hierro.
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