Pero lo más importante
estaba por llegar.
Entre Febrero y Marzo de 1853,
visitó varias minas en Andalucía, entre ellas la de RioTinto, donde habían
realizados progresos en el tratamiento de los minerales. También acudió a Portugal.
Todo por encargo de Luis-Charles Decazes, duque de Glucksberg (1819-1886), que
había sido embajador de Francia en España, y del Banco de Crédito. En los
alrededores de los yacimientos mineros, descubrió grandes depósitos de
escorias, importantes restos de explotaciones anteriores: romanas, o fenicias.
En esos principios de la
Geología , el recurrir a esos métodos de prospección, era un
enfoque que no carente de interés. Claude Domergue nos dice que Deligny formó
parte de de esos ingenieros que de hecho fueron los primeros arqueólogos
mineros. Inmersos en la cultura clásica, llenos de admiración por los trabajos
de griegos y romanos; no dejaron de anotar en sus cuadernos los restos de
trabajos antiguos, arriesgándose a menudo a reconocimientos peligrosos en zonas
de dudosa estabilidad. En su entusiasmo creyó haber encontrado cerca del pueblo
de Alosno las minas bíblicas de Tharsis. De hecho, es el nombre de la montaña
vecina “Tarse”, lo que le empujó a esta interpretación poco acertada. Pero el
nombre se ha mantenido, y el de Deligny está asociado a una página española de
Internet “Los amigos de
Tharsis, Ernesto Deligny”. Aunque cometiera varios errores por su
inexperiencia minera, va a ser el primero en sentar las bases de una
explotación a gran escala. Se aferró a una explotación subterránea, pero no
solucionó correctamente el problema del desagüe y extracción (Ver
La Sabina) Y a pesar de su experiencia en ferrocarriles, no pudo solucionar
el gran reto del transporte. La primera sociedad creada para explotar las minas
de Tharsis en 1853, debió ser rescatada rápidamente. Sucediéndole otra nueva en
1854: La Compañía de minas de cobre de Huelva.
La actividad se desarrolló rápidamente, y en 1856 1.500 obreros trabajaban en
ella.
En 1858, Decazes junto a
Duclerc, futuro dirigente del Crédito Mobiliario de España, y Deligny, fundaron
la Sociedad La Sabina para la
explotación de Santo Domingo, en Portugal, que ya había reconocido en 1855.
Esta zona, aunque separada por la frontera, era la prolongación de los
yacimientos de Tharsis. Pero la salud financiera de La
Compañía
de minas de cobre de Huelva no era siempre buena y, en 1859,
Duclerc dejó la dirección de la compañía, seguido por Deligny. No obstante pudo
ser recuperada en parte, (Dirección de Mercier) pero continuando con un pésimo
transporte para la salida de los minerales, y un escaso mercado.
Los ingleses penetraron en la
zona llevando, gracias a una innovación técnica de la doble recuperación del
cobre y del azufre, una ampliación del mercado que permitía la movilización de
capitales. En 1866, la “Tharsis
Sulfur and Copper Company”, sociedad inglesa cuya sede estaba en
Glasgow, retomaba la explotación de las minas constituyendo una entidad con
medios financieros bastante considerables. La sociedad “Mason and Berry”
fortalecía las concesiones de la
Sabina (Santo Domingo en Portugal) y completaba así la
presencia inglesa.
Al final de la década de 1860,
Déligny crea la Sociedad
de minas de cobre de Alosno, única sociedad francesa en
la región, activa y próspera en 1882, donde la representaba su hijo Víctor.
A pesar del dominio de los
ingleses sobre el conjunto de las minas de la zona, los intereses franceses
habían sido preservados en buena parte. La acción de los pioneros franceses
-pioneros desgraciados como los califica Gérard Chastagnaret,- había
permitido despertar a toda una región, relanzando un sector de actividad que
constituyó una fuente de riqueza. En 1878, a pesar de sus avanzados puntos de vista,
la Corte de
España concedió a Deligny, como recompensa por sus servicios, el título de Conde
de Alosno. Pero según relata L. L. Vauthier, él no le daba importancia a este
nombramiento.
En 2007, el Ayuntamiento de
Huelva decidía volver a rotular una de sus calles con el nombre de Ernesto
Deligny. (A
petición de Amigos de Tharsis) Esta ciudad, frecuentada antes de 1850 por
apenas algunos barcos pesqueros, donde no llegaba nunca un navío, se había
convertido a finales del siglo XIX, en uno de los puertos comerciales más
importantes de España.
Su vuelta a Francia se hizo
progresivamente, con una etapa en el viñedo Bordelés, al norte de Libourne.
Entre 1862 y 1866 se encuentra todavía en España, ocupado en la construcción de
un muelle de carga en Huelva para el mineral de Tharsis.
En 1863 publicó Apuntes
Históricos sobre las minas cobrizas de la sierra de Tharsis
(Tartesis Bética) en la
Revista Minera , texto que fue reeditado en Glasgow en 1953
bajo los auspicios de la
Tharsis Sulfur and Copper Company que
todavía existe. En los Apuntes relata la historia de las minas de Huelva desde
la época fenicia, y cuenta cómo y por qué acudió a inspeccionar las minas de la
provincia. Su descubrimiento de lo que él llamó Tharsis, y el argumento
utilizado para bautizar con ese nombre a las antiguas minas, laboradas ya por
fenicios y romanos. Las concesiones solicitadas, y los comienzos de la
explotación hasta 1860.
En 1864 devolvió al Museo de
Artes y Oficios la rueda romana de desagüe de la mina de Santo Domingo. En esa
fecha estaba domiciliado cerca de Paris, el nº 15 de la Vieja Carretera a
Neuilly. En 1868, en el anuario de los viejos alumnos de la Escuela Central ,
se declara cultivador vinícola en el Castillo del Arco, por San Denís de Pile
(Gironde), dando una nueva dirección en París, el nº 18 de la calle Francisco
I. El Castillo del Arco fue la propiedad del padre de Luis Carlos Decazes, Elie
(1780-1860) ministro de Luis XVIII y fundador de Decazeville en 1822.
Antes de 1870 es propietario y
director del periódico La
Tribuna de Burdeos. Habiendo estallado la guerra de 1870,
fue, en 1871, miembro de la
Comisión de abastecimiento para la defensa de París, lo que
le valió la Cruz
de Caballero de la Legión
de Honor en 1891.)
Esto fue el principio de la
última parte de su vida, durante la cual se consagra al servicio de París. En
1874 fue elegido consejero municipal, sin interrupción hasta 1893, del barrio
de La Puerta Dauphine
(en París).
Su actividad parisina merecería
un desarrollo particular. De 1875
a 1878 ocupó el puesto de síndico de la Asamblea. Republicana ,
pero independiente. Rehusó constantemente tomar parte en discusiones políticas
y sólo se ocupó de cuestiones municipales, donde colaboró con L.L. Vauthier (1815-1901).
Furierista que se había
ilustrado en Brasil, donde había trabajado en el desarrollo de Pernambuco
(Recife) durante seis años. De vuelta a Francia, elegido diputado en 1849,
implicado en los sucesos de junio de 1849, fue excluido del cuerpo de Puentes y
Carreteras. Encarcelado, y después desterrado de Francia en 1855, fue
amnistiado en 1859. Practicó la actividad de ingeniero civil en Europa, después
en Francia. Elegido Consejero municipal en 1871, donde permaneció hasta su
muerte, fue un miembro influyente de la Asamblea , interviniendo en todos los problemas
técnicos que presentaba el desarrollo de una gran ciudad. Constituyó, junto con
Deligny, el núcleo de consejeros con quien se podía dialogar, enfrentarse con
una administración muy poderosa, teniendo en cuenta el estatus particular de
París. Redactó su reseña necrológica para la SCI.
Presidente de la Comisión de Aguas y
Alcantarillado, Deligny solicitó el desarrollo del suministro del agua potable
de fuentes y ríos, y su distribución en los edificios. La finalización de la
red de alcantarillado, y la mejora de los muelles del Sena en la travesía de
París. Votó por la creación de institutos de chicas, y por viviendas baratas.
Estuvo muy implicado también en el problema del transporte: en el proyecto de la Estación Central ,
del metropolitano, y en el desarrollo de los tranvías. Es autor, además, de más
de 18 informes sobre estos temas, entre 1883 y 1891; catalogados en la Biblioteca Nacional
de Francia. Allí aparece anotado, además, su informe en 1878 sobre la cesión
por la villa de París de los terrenos necesarios para la construcción de la
nueva Escuela Central. Se había convertido en una voz muy respetada, tanto en
el Consejo Municipal como en el Consejo General del Sena, sobre todo lo que
concernía al desarrollo de París y el bienestar de sus habitantes.
Moriría en el castillo del
Arco, en Gironde, el 15 de noviembre de 1898.
INGENIEROS COMPROMETIDOS
Y FILANTRÓPICOS
A través de las vicisitudes y
éxitos de su carrera, se puede, con un sólo examen de las acciones emprendidas
y de los objetivos perseguidos, reconocer los valores que encarnaron esta
existencia: creencia en el progreso material para mejorar las condiciones de
vida de la población, con el desarrollo de los transportes, de la industria, de
la higiene, y de la educación.
Se encuentra, con su
orientación política republicana, una similitud con un hombre como Emilio
Muller (1844) calificado en el momento de su muerte, en 1889, como “soldado del progreso” por
Eiffel. En el Consejo municipal de París, otros Centralistas -como Eugenio
Parisse (1877)- compartían en particular sus preocupaciones por la educación.
FIN
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